: Johann Wolfgang Goethe
: Juan José del Solar
: Máximas y reflexiones
: Edhasa
: 9788435048330
: 1
: CHF 6.70
:
: Erzählende Literatur
: Spanish
: 416
: DRM
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Goethe fue, en palabras de George Elliot, «el más grande hombre de letras alemán... y el último verdadero hombre universal que caminó sobre la tierra». Nos legó obras fundamentales del saber y la literatura mundial y, en ellas, sentencias inolvidables. Es éste un compendio de las mejores, por temas y libros, escogidas por Juan José del Solar. Valga una muestra de su pensamiento y certeza: & ull; Puedo prometer ser sincero, mas no imparcial. • Todo lo inteligente ya ha sido pensado; sólo hay que intentar pensarlo una vez más. • Para comprender que el cielo es azul en todas partes no hace falta dar la vuelta al mundo. Una colección de anécdotas y máximas será el mayor de los tesoros para el hombre de mundo que sepa intercalar las primeras en el lugar adecuado durante una conversación y recordar las segundas en el momento oportuno. Goethe, el notable poeta, dramaturgo y ensayista almán, sintetiza en esta obra la esencia de su pensamiento, que lo convirtió en una de las figuras intelectuales más influyentes de la Europa de los tiempos de la Revolución Francesa y las primeras décadas del siglo XIX. El presente volumen se basa en la edición canónica alemana publicada en Weimar en 1907 y preparada por Max Hecker, quien recopiló y ordenó todo el material cronológicamente. Obra de madurez, estas máximas condensan el pensamiento de Goethe y nos acercan al Goethe hombre. Una excelente forma de acercarse a la obra de Goethe.

JOHANN WOLFGANG VON GOETHE Una de las máximas figuras de la literatura alemana. Su obra ocupa un lugar señero en la cultura europea. Espíritu universal, estadista y erudito, estuvo abierto a todas las innovaciones y a todas las formas de pensamiento. Goethe nunca publicó máximas y reflexiones en vida como tales, sino que aparecieron en revistas y se incluyeron parcialmente en Las afinidades electivas y en Los años de peregrinaje de Gillermo Miester. Al morir Goethe, sus secretarios, Eckermann y Rienner publicaron parte del legado póstumo con el título de Sentencias en prosa.

DE LOSCUADERNOS DE CIENCIAS NATURALES

Segundo tomo – Primer cuaderno

1823

(Cosas más antiguas, casi anticuadas)

 

[419*]Cuando un saber está maduro para convertirse en ciencia, debe producirse necesariamente una crisis, pues sale a relucir la diferencia entre quienes aíslan lo individual y lo presentan por separado, y quienes no pierden de vista lo general y quisieran añadirle e intercalarle lo individual. Pero a medida que el tratamiento científico, ideal y más comprehensivo, va reclutando mayor número de amigos, defensores y colaboradores, en la fase superior aquella separación no resulta en verdad tan decisiva, aunque sí lo suficientemente perceptible.

Aquellos a quienes yo llamaríauniversalistas están convencidos y se imaginan que todo, aunque con infinitas desviaciones y variantes, está presente y quizás hasta se puede encontrar en todas partes; los otros, a quienes quisiera llamarsingularistas, admiten globalmente este principio fundamental, e incluso observan, definen y enseñan a partir de él, pero siempre se empeñan en hallar excepciones allí donde no se ha manifestado el modelo entero, y en esto tienen razón. Su error consiste únicamente en desconocer la forma fundamental allí donde se disimula, y en negarla cuando se oculta. Ahora bien: como ambas teorías son originales y estarán eternamente contrapuestas sin fundirse ni anularse, guardémonos bien de cualquier controversia y expresemos con total claridad y desnudez nuestra propia convicción.

[420] Y yo repito, pues, la mía: que en esos niveles superiores no se puedesaber, sino que es precisoactuar, del mismo modo que en un juego hay poco que saber y muchísimo que rendir. La naturaleza nos ha dado un tablero de ajedrez fuera del cual no podemos ni queremos actuar, nos ha tallado unas piezas cuyo valor, movimiento y capacidad vamos conociendo poco a poco: y es tarea nuestra hacer jugadas que puedan reportarnos beneficios, algo que cada cual intenta a su manera y sin dejarse disuadir fácilmente. Sea, pues, así, y limitémonos a observar con precisión la distancia que nos separa de cada individuo para avenirnos luego de preferencia con quienes abrazan el mismo partido que nosotros. Tengamos en cuenta, además, que siempre habremos de vérnoslas con un problema insoluble, y mostrémonos dispuestos a considerar todo cuanto de algún modo pase a discutirse y, muy en particular, aquello que nos contradiga; pues así tomaremos conciencia de una problemática que reside, es cierto, en los objetos mismos, pero más aún en los hombres. No estoy seguro de si yo, personalmente, seguiré trabajando en este campo tan bien labrado, pero me reservo el derecho de estar atento y llamar la atención ajena sobre tal o cual giro en la investigación, sobre uno u otro de los pasos que vayan dando los distintos investigadores.

[421] El hombre no puede subsistir estando solo, de ahí que le guste afiliarse a un partido en el cual pueda encontrar, si no paz, al menos seguridad y sosiego.

[422] Sin duda, hay hombres incapaces, por naturaleza, de acometer esta o aquella empresa; precipitación y vanidad son, no obstante, dos peligrosos demonios que incapacitan al más capaz, paralizan cualquier acción e inhiben el libre progreso. Esto vale para las cosas mundanas, y muy en particular para las ciencias.

[423] En el reino de la naturaleza imperan elmovimiento y laacción; en el de la libertad, laaptitud y lavoluntad. El movimiento es eterno y se manifiesta irresistiblemente en cualquier ocasión propicia. Las aptitudes también se desarrollan, es cierto, de acuerdo a la naturaleza, pero han de ejercitarse primero mediante la voluntad y ser paulatinamente potenciadas por ella. De ahí que no estemos tan seguros de la libre voluntad como de la acción espontánea: ésta se forma a sí misma, mientras que aquélla es formada, pues para perfeccionarse y actuar debe, en el campo ético, someterse a la conciencia que no yerra, y en el ámbito artístico, a la regla no formulada en ninguna parte. La conciencia no necesita predecesores, con ella está todo dado; sólo tiene