IA Y EDUCACIÓNUna relación con costuras
Tras las cosas tal como son
hay también una promesa,
la exigencia de cómo debieran ser.
Claudio Magris.Utopía y desencanto, 1999
Otro libro de IA y educación
Poco hay más efímero en estos momentos que escribir sobre inteligencia artificial. Hacerlo es saberse condenado a la caducidad inmediata y al juicio implacable del tiempo. Parece que nada de lo que podamos decir hoy tendrá validez mañana.
Bajo la lógica del beta constante y de las actualizaciones en las versiones de los programas, la misma industria tecnológica alimenta un estado de alerta continua que nos desactiva, limitando nuestra capacidad de pensar el futuro. Total, pensamos, para qué si mañana habrá una nueva versión mejorada, más potente, más eficiente, o al menos así se nos vende, que hará obsoletas nuestras reflexiones de hoy. Así, quedamos atrapados en una inmediatez perpetua, donde el análisis profundo cede ante la urgencia de lo nuevo y la especulación sobre lo que vendrá.
Pero este vértigo no solo afecta a nuestra relación con la tecnología, sino también con el conocimiento, la política y la vida misma. Nos acostumbramos a consumir información sin procesarla, a reaccionar en lugar de reflexionar, a delegar en los algoritmos decisiones que antes considerábamos humanas. En este escenario, la inteligencia artificial no es solo una herramienta. Es también un síntoma de nuestra ansiedad por lo inmediato y una prueba de nuestra renuncia a imaginar futuros distintos.
Embarcarse en la escritura de un nuevo texto sobre el binomio educación e IA parece entonces una tarea sin sentido, condenada antes de empezar al olvido y a la irrelevancia. Y, sin embargo, aquí estamos con otro libro de IA y educación.
¿Otro libro de IA y educación? ¿Otra guía de promesas de todo lo que puede hacer la IA, de oportunidades y riesgos, de exponer la falta de evidencias? ¿Otra vez repetir los mismos argumentos vacíos que llevamos décadas escuchando en la relación entre tecnologías y educación? Esos que nos hablan de inevitabilidad, de la necesidad de adaptación de la educación, de eficiencia, de productividad, de la urgencia de la actualización docente, de personalización y democratización de la educación… ¿Otra vez tener que escuchar a alguien decir que la nueva tecnología va a liberar a los docentes de las tareas repetitivas y burocráticas que acompañan la educación para que, por fin, puedan dedicarse a lo realmente importante? ¿Una vez más vamos a escuchar a alguien decir que la IA, como antes otras tecnologías, nos va a solucionar los problemas socioeducativos que tenemos, ignorando que en realidad los desafíos educativos tienen que ver más con las condiciones de vida de las personas, con los recursos que no invertimos, con la formación del profesorado, con la estructura de las escuelas, con las expectativas de las familias sobre la educación?
Estas mismas preguntas nos hemos hecho nosotros desde el momento en que nos atrevimos con un tema que, en demasiadas ocasiones, nos ha parecido manido y agotado en su enfoque habitual. Si a esto se suma la propia inflación de textos, documentos y demás contenidos que se publican, y que se están multiplicando diariamente con la bulimia inducida por la IA generativa, la sensación de burbuja a punto de explotar es inevitable.
Abordamos este reto desde nuestra propia perspectiva, con el objetivo de resituar algunas asunciones que vemos incorporadas sin suficiente discusión pública y ofrecer a la comunidad educativa, pero también al público general, un conjunto de ideas sobre las que reflexionar y contextualizar el momento de desarrollo tecnológico que vivimos en este ya primer cuarto del siglo XXI. Tenemos muchas dudas sobre el enfoque, el posicionamiento a adoptar, el contenido que debe tener este texto, el posible interés de los lectores. Tenemos muchas más dudas que certezas. Aun así, sí tenemos claras algunas ideas.
Tenemos claro que este libro no es una guía de IA, otra más, ni un listado de aplicaciones de efectos deslumbrantes, otro más. Se quedarían obsoletos demasiado pronto y desviarían el foco de lo que queremos transmitir. Aunque no es un recetario, ni vamos a decirle a nadie lo que tiene que hacer, sí aspiramos adar a pensar partiendo de la premisa de que dar a pensar no es nunca decir a nadie lo que hay que pensar, ni cómo hay que pensar, sino poner encima de la mesa aspectos y asuntos sobre los que merece la pena pensar ind