: Jonathan Glover, Avishai Margalit, Robert Mckim, Charles Taylor, Michael Walzer
: Naciones, identidad y conflicto Una reflexión sobre los imaginarios de los nacionalismos
: Gedisa Editorial
: 9788497848947
: 360º / Claves Contemporáneas
: 1
: CHF 5.40
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: Politisches System
: Spanish
: 176
: DRM
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Esta obra, junto con los títulos Nacionalismo: a favor y en contra, y Autodeterminación y secesión completa un estimulante enfoque sobre los nacionalismos. La pluralidad de este fenómeno merece ser examinada atendiendo a los muchos matices de los distintos puntos de vista en liza. La reflexión sobre las propias narrativas e imaginarios de los nacionalismos; la imprescindible conciliación entre identidad nacional y respeto hacia otras nacionalidades; las raíces históricas que se hunden en el Estado moderno; la dimensión psíquica y moral, o los malestares y contradicciones que suscita son desarrollados en una cuidada selección de artículos, a cargo de renombrados especialistas en ciencia política, filosofía o historia de las religiones. Un libro accesible a la par que riguroso, que avanza un debate complejo y polémico que atraviesa, inevitablemente, nuestro tiempo.

Prólogo

El nacionalismo a pesar de su reciente aparición en el panorama de las doctrinas políticas, parece un ave fénix que renace de sus cenizas cuando ya parecía ser una ideología casi enterrada. Como señala Glover en este libro, en Europa especialmente, una de las lecciones que parecía haberse aprendido de las dos guerras mundiales que asolaron durante el sigloXX a la mayor parte de las sociedades del continente fue que el nacionalismo había tenido un papel crucial en el origen de esas dos calamidades. John Dunn había escrito al respecto que el nacionalismo: «es la vergüenza política más cabal del sigloXX; es la más profunda, la más reacia y, sin embargo, la más imprevista de las manchas de la historia política del mundo posterior a 1900» (Dunn, pág. 119). La identificación de nacionalismo como una de las causas de los conflictos recientes fue una de las razones del surgimiento de la Unión Europeacomo antídoto frente a aquellos vectores nacionalistas. Con la intención desactivar aquellas fuerzas nacionalistas laUE fue asumiendo una gran parte de las competencias soberanas de los Estados y trata a todos los europeos que pertenecen a dicha organización como iguales, con independencia de su nacionalidad. De alguna manera, el racionalismo heredado de laIlustración parecería estar subyacente a este proyecto más cercano al cosmopolitismo kantiano que al proyecto romántico según el cual cada nación debía tener su Estado propio.

A pesar de aquellas conclusiones acerca de las eventuales conexiones del nacionalismo con el conflicto entre Estados, en la actualidad se percibe su renacimiento como concepción político-moral a la que acuden distintos colectivos para lograr determinados objetivos políticos y económicos bajo la forma de autogobierno. Tal resurgimiento puede tener una explicación histórica. En los dos últimos decenios el mapa de Europa ha cambiado notablemente respecto de aquél que podía dibujarse al final de la Segunda Guerra Mundial. Con la fuerza de haber derrotado a la amenazadora Alemania nazi, los Estados Unidos y laURSS pudieron imponer una redefinición artificial de las fronteras europeas que se mantuvieron intactas por más de cuarenta años. Sin embargo, la caída del muro en 1989 cambió dicho escenario. La quiebra del bloque de países comunistas a finales del siglo pasado fue aprovechada por varios grupos nacionales que se sentían oprimidos por aquellas fronteras fijadas artificialmente. De esa manera, entre los escombros que dejó al descubierto el derrumbe del edificio comunista surgieron nuevos Estados nacionales (Chequia, Eslovaquia, Letonia, Estonia, Lituania) a los que hay que añadir posteriormente los que emanaron de la desmembrada Yugoslavia. No es casual que la edición original en inglés de este libro surgiera precisamente en ese momento de efervescencia nacionalista en Europa.

El que varias comunidades lograran su sueño nacionalista de tener un Estado propio y así dejar de estar sometidas a voluntades estatales externas fue un galvanizador para las reclamaciones de autogobierno de otras comunidades nacionales incardinadas en las fronteras de Estados europeos a los que perciben como ajenos. En concreto, en Escocia, el norte de Italia, Cataluña o el País Vasco surgieron proclamas por parte de los grupos independentistas que auguraban que sus respectivas naciones serían los próximo