: John C. Lennox
: Disparando contra Dios Por qué los nuevos ateos no dan en el blanco
: ANDAMIO EDITORIAL
: 9788494551116
: 1
: CHF 7.60
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: Christentum
: Spanish
: 396
: kein Kopierschutz
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
El ateísmo está en auge en el mundo occidental y su enemigo es Dios. Los 'nuevos ateos' afirman que la religión 'es peligrosa', que 'mata' o que 'lo envenena todo'. Y si la religión es el problema del mundo, su respuesta es simple: deshagámonos de ella. ¿Pero las cosas realmente son así de simples? John Lennox se enfrenta a autores como Richard Dawkins, Stephen Hawking, Christopher Hitchens y Daniel Dennett y resalta las falacias de sus planteamientos, argumentando que su metodología irracional y poco científica los hace culpables de la misma necedad obstinada de la que ellos acusan a los religiosos dogmáticos. 'Disparando contra Dios', un libro académico y que abarca aspectos muy diversos, contiene golpes certeros que debilitan al rival. También expone nuevas ideas sobre la naturaleza de Dios y el cristianismo que harán reflexionar tanto a los mejores amigos como a los peores enemigos de los nuevos ateos.

CAPÍTULO 1
¿SON DIOS Y LA FE ENEMIGOS DE LA RAZÓN Y LA CIENCIA?

El monoteísmo aborrece la inteligencia.

Dios da muerte a todo lo que le hace frente, comenzando por la razón, la inteligencia y la mente crítica.

Ambas citas de Michel Onfray

La fe es un mal precisamente porque no requiere justificación y no tolera argumento.

Richard Dawkins

Estas cosas se han escrito para que creáis.

San Juan

Michel Onfray no cree que Dios esté muerto. Pero los teístas no deben aplaudir prematuramente, porque su explicación es la siguiente:

Una ficción no muere, una ilusión no fallece, un cuento de hadas no se refuta a sí mismo... No podemos matar una brisa, un viento, una fragancia; no podemos matar un sueño o una ambición. Dios, creado por los mortales a su propia imagen básica, no solo existe para hacer soportable la vida diaria a pesar del camino que cada uno de nosotros recorre hacia la extinción... No podemos asesinar o matar una ilusión. En realidad es más probable que esta nos mate a nosotros, porque Dios da muerte a todo lo que le hace frente, comenzando con la razón, la inteligencia y la mente crítica. Todo lo demás le sigue en una reacción en cadena.56

Para Onfray, por tanto, este dios ficticio es un enemigo de la razón. Bueno, los dioses ficticios bien pueden ser enemigos de la razón: el Dios de la Biblia sin duda no lo es. El primero de los diez mandamientos bíblicos contiene la orden de “amar al Señor tu Dios con toda tu mente”. Ello debería ser suficiente para mostrarnos que no podemos considerar a Dios un enemigo de la razón. Después de todo, como Creador él es responsable de la propia existencia de la mente humana; la visión bíblica es que los seres humanos son la culminación de la creación. Solo ellos son creados como seres racionales a imagen de Dios, capaces de tener una relación con él, que les ha dado la capacidad de comprender el universo en el que viven.

Según este planteamiento, lejos de ser anticientífica, la Biblia fomenta positivamente la ciencia. Podría decirse que dio a esta su misión inicial. Una de las actividades fundamentales de todas las ramas de la ciencia (de hecho, de todas las disciplinas intelectuales) es nombrar, y por tanto clasificar, todas las cosas y fenómenos. Toda disciplina intelectual tiene su diccionario especial de palabras. Según Génesis, Dios inició este proceso en el campo biológico diciendo a los humanos que pusiesen nombre a los animales.57 Así la taxonomía se puso en marcha. Con el tiempo dio lugar a que la naturaleza se viera como una unidad racional que era (al menos en parte) susceptible de ser comprendida por los humanos, porque la mente de Dios, a cuya imagen creó la humana, la diseñó.

De hecho, como Alfred North Whitehead y otros han señalado, existen poderosas evidencias de que la visión bíblica del mundo tuvo mucho que ver en