1. Semillas de vida
Esa semilla que crees ínfima contiene un árbol que contiene un bosque.
Alejandro Jodorowsky
En el año 2019 viajamos a Colombia para participar en dos congresos educativos. De vuelta trajimos dos semillas que quedaron ahí latentes hasta que decidimos que ya había llegado el momento de plantarlas. Al lado de ellas sembraremos otras muchas que les ayudarán a brotar y a conformar nuestro paisaje educativo; un ecosistema, en el que la biodiversidad, la flora y la fauna, las ideas y los hechos, están en perfecta comunión o simbiosis.
Veníamos de finalizar el libroDocentes de infantil. Luthiers del futuro, el tercero de la trilogía InnovArte, un libro menos amable que los otros dos debido a las derivas que estamos viendo en la educación y en la escuela. Su escritura, aun considerándola necesaria, supuso un ejercicio de valentía y sinceridad frente a todo lo que está invadiendo la sociedad y, en especial, la labor docente. Lo bueno es que fue un proceso de catarsis, una limpia sanadora que nos volvió al estilo de los dos primeros,Los hilos de infantil yEl latido de un aula de infantil. Elogio de la cotidianidad. Por lo cual, redactar este fue algo muy rápido y deseado. Nuestras semillas solo precisaban caer en la tierra idónea, embeberse bien y comenzar a crecer.Buenas lecturas, conversaciones, reflexión, mucha introspección y buenos momentos: el mejor abono para sembrar. Y para educar.
Vamos a hablar de la escuela, pero por concomitancia de la formación del profesorado, del rol docente, de las escuelas, de las aulas, de la sociedad y de la práctica educativa. Y todo eso requiere serenidad, buen sustrato, buena iluminación e hidratación. Como siempre, será un libro autobiográfico conformado por las crónicas de nuestras vivencias, tanto las escolares como las no escolares, porque cuando una es maestra, todos y cada uno de los minutos de su vida tienen eco en la labor educativa, motivo por el que es tan importante nutrir con abundancia las facetas más personales. En esta ocasión coincidió bien; tras un curso infernal lleno de problemas o percances, con mucha carga de trabajo y con más disgustos que alegrías, pusimos verdadero empeño en que el verano hiciese esa necesaria función reparadora. Y esto es más una cuestión de actitud que de experiencias; solo queríamos disfrutar de las pequeñas cosas que endulzan la vida cotidiana.Lo extraordinario habita en lo más sencillo. Igual que en la escuela.
Queremos que sepáis que este libro fue pensado mientras tomábamos el sol en nuestra Ítaca particular –con la sierra del Barbanza a la izquierda y con el legendario Montelouro a la derecha–, sorprendiéndonos día a día con una manada de delfines que, como nosotras, también habían decidido que ese es el mejor lugar en el mundo. Que tomamos lecciones en las noches de lluvia de estrellas y de ardentía en las que –como en peregrinación– acudimos al arenal de Carnota –un anfiteatro natural de siete kilómetros de blanca arena delimitado por los altos muros de la Serra da Moa y del Monte Pindo, el Olimpo celta–, que año tras año se llena de romeros que vamos a probar la fortuna de ver el mar que arde por el fenómeno natural de la bioluminiscencia. Que aprendimos didáctica escuchando las explicaciones de Carlos Núñez en un inolvidable concierto en la iglesia noiesa de San Martiño del Tapal, o las del ceramista Nacho Porto, que, con mucha filosofía e ironía, desde su taller de Pedrafigueira y mirando hacia Finisterre, nos dio las razones de cada una de sus sucesivas colecciones o etapas creativas. Este libro debéis imaginarlo acompañado por la música del batir de las olas, de los cantos de los pájaros, del vocerío de las gaviotas y del olor del mar. Y del café.
Llegado este punto podréis preguntaros si esto será un libro sobre educación infantil. Tened la seguridad de que sí, pero es un libro sobre dos maestras de infantil, con sus alegrías y pesares.Porque quien hace la escuela son las maestras y los maestros, con sus luces y sus sombras, con sus inquietudes, manías, miedos, valentías o cobardías. Las leyes y los protocolos no son más que los ropajes con los que deciden vestirnos cada nueva moda, pero dentro de ellos estamos los profesionales. Ahí radica nuestro poder; motivo por el que tenemos tanto empeño en hablar sobre nosotras, de cómo nos relacionamos, lo que vivimos, lo que sentimos y en lo que creemos porque esos serán los mimbres de nuestra práctica, independientemente de quién sea nuestro director o directora, de a quién tengamos de compañero o de lo complejas que sean las familias del alumnado.
A nuestro estilo, está redactado para que quien lo lea entre en la historia. Porque a nosotras nos gusta contar cuentos y enganchar a quien nos escucha. No en vano, ese es uno de los grandes retos del profesorado: prender al alumnado con el hilo de la palabra y del querer saber.
Lo contaremos a nuestra manera.Hay quien dice que estamos instaladas en el realismo mágico; es cierto, nos esforzamos por encontrar la magia en lo cotidiano, lo maravilloso en lo real. Creemos que no hay que ir a los mundos de fantasía, sino abrir la mirada a todo lo sorprendente que hay escondido en la realidad que tenemos a mano. Como decía García Márquez, solo somos cronistas de la realidad, pues «ninguna aventura de la imaginación tiene más valor literario que el más insignificante episodio de la vida cotidiana». Y así lo relataremos.
Nunca aspiramos a escribir la obra clave de la didáctica infantil, pues no seríamos capaces de hacerlo y abunda quien ya lo haya hecho. Tan solo pretendemos mostrar cómo nosotras concebimos la escuela, la educación de la infancia y el rol docente. Lo haremos plantando, reproduciendo y compartiendo las buenas semillas que otros nos fueron dando, porque es así como trabajaron siempre los agricultores hasta que las multinacionales se hicieron con el negocio, negándonos un derecho que nos dio la propia naturaleza. La comodidad, la pereza y el dejarnos llevar podrían asolar un ciclo que funcionó por largo tiempo aun cuando las comunicaciones no eran lo que son.
Será también un libro de viajes; de aquellos en los que recorrimos kilómetros y de otros hacia dentro que se miden por los pasos que vamos dando o por las paradas que hacemos para tomar aliento