: Lorenzo Miguel Barragán Valencia, Elisa Sánchez Santamaría
: Sexualidad, discapacidad y educación Propuesta para una intervención integral
: Universidad Pontificia Comillas
: 9788484689973
: Cátedra de Bioética
: 1
: CHF 6.20
:
: Förder-/Sonderschule
: Spanish
: 142
: Wasserzeichen
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
El contenido de este libro pretende servir de guía par todos aquellos profesionales, familiares e instituciones que deseen apoyar a las personas con discapacidad intelectual en el desarrollo de una educación afectivo sexual de calidad. Tras un análisis de la realidad, la obra propone un plan estratégico de intervención, basado en criterios comunes, programas específicos, planes individualizados y trabajo con la familia.

Maestro educación especial en Fundacion Purisima Concepción. Master en Bioetica

CAPÍTULO 2


EMPEZANDO POR LO URGENTE: I FASE


A lo largo de este capítulo y los dos siguientes, tres y cuatro, os realizamos una propuesta dividida en tres fases que pretende desarrollar y concretar lo dicho en el capítulo anterior. Está pensada para implantarse en un Centro asistencial y/o educativo de personas con discapacidad intelectual o del desarrollo; partiendo de un análisis de la realidad y teniendo en cuenta dos variables fundamentales: la disparidad de criterios entre profesionales ante las conductas que se dan, y las conductas inapropiadas que se producen y así como su abordaje.

Desde este análisis y apoyándose en la Guía de Criterios se van trazando las líneas base que permiten articular un Proyecto práctico y coherente; para ello nos hemos basado en nuestra experiencia «tratando de llevar al papel lo realizado». Este es un proyecto a largo plazo que poco a poco debe ir instaurándose y consolidándose. Como primer paso de la fase I, es necesario la creación de una comisión de educación afectivo sexual, que veremos explicada en el siguiente punto.

1.CREACIÓN DE LA COMISIÓN DE EDUCACIÓN AFECTIVO SEXUAL

Todo trabajo necesita liderazgo, por ello consideramos esencial crear un grupo de personas que, apoyado por la Dirección del Centro, vaya marcando las distintas fases del desarrollo del proyecto. Es importante que las personas que compongan el equipo tengan formación en esta materia, buena predisposición y «crean» en el proyecto, además de ser personal «fijo» del Centro. Este grupo será quien pilote el proyecto, sirva de respaldo, de orientación y guía al resto de personas que se vayan implicando.

Así mismo, consideramos importante que, dentro de la Comisión, haya una persona por dispositivo o unidades del Centro en cuestión (P.ej.: Colegio, Unidad de Día, Centro Ocupacional, Recursos Residenciales…), siempre que éste presente suficiente complejidad; debería encontrarse constituida por un mínimo de tres miembros y un máximo de siete u ocho personas. Todas ellas, a ser posible, con una visión general del alumnado o usuarios-as de su Unidad, por ejemplo el orientador-a o psicólogo-a del Centro que normalmente conoce todos los grupos y pueda después apoyar en la implantación de los Programas concretos que vayan surgiendo.

También debería tener un coordinador-a y, si es posible, un directivo de la propia Organización o Centro. Este miembro o la persona que haya asumido el liderazgo del grupo, sería quien convocaría las reuniones siendo, en sus primeras fases, al menos una vez al mes, de la cuales el secretario-a nombrado tomará nota de los temas tratados redactando acta de cada reunión.

Esta comisión debe pasar por una fase inicial de formación, o autofor-mación; realizando para ello algún curso específico de educación afectivo sexual en las personas con discapacidad intelectual, así como revisar bibliog