PRÓLOGO
SOBRE LA AUTONOMÍA Y LA DEPENDENCIA. PADRES, PROFESIONALES Y ADOLESCENTES
Dr. Francisco Javier de la Torre Díaz
Director Cátedra Bioética
Universidad Pontificia Comillas
Los días 16 al 18 de Abril de 2010 nos reunimos en Salamanca unos cincuenta especialistas de bioética para reflexionar sobre un tema de actualidad. Los debates sociales generados en torno a la posibilidad de abortar menores sin el consentimiento de los padres o, lo que es lo mismo, la decisión de rebajar a los 16 años la edad en la que las adolescentes pueden tomar libremente la decisión de abortar establece un nuevo concepto de “mayoría de edad sexual” (Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo). Por otro lado, la disponibilidad de la píldora del día después (PDD) en las farmacias también para menores sin receta médica es también un paso social que hemos dado en nuestro país que requería pararse a reflexionar. Pero curiosamente, nuestro ordenamiento exige la mayoría de edad para el acceso a las técnicas de reproducción humana asistida. Más allá de los temas concretos (aborto, anticoncepción, FIV, etc.) hay una cuestión de fondo de profundo calado cultural, moral, social y jurídico que no es otra que la valoración de la autonomía/dependencia de nuestros menores.
Por otro lado, las noticias de los periódicos y de los medios de comunicación social empiezan, desde hace un tiempo, a reflejar un tipo de menores de nuevo cuño. Nuestra sociedad emocional y postmoderna, marcada por los medios y la red ha cuestionado los modelos de desarrollo moral y personal de Piaget y Köhlberg. El predominio de los nuevos modelos verticales de familia (intergeneracionales y predominantemente de hijo único) ha hecho que muchos menores y adolescentes se sientan y crezcan profundamente solos en el hogar. Por otro lado, la sociedad de bienestar y del consumo está tratando como nunca a esta nueva generación de menores que ya muy pronto tienen acceso a diversas tecnologías, a un nivel más que suficiente de confort y a cierta autonomía económica. Las nuevas formas de comunicación y amistad a través de las redes sociales, la mayor facilidad de acceso a las nuevas drogas de diseño, las nuevas formas y zonas de ocio, los chantajes e invasiones de la intimidad a través de la red, la disminución de la percepción del riesgo ante la ingesta de alcohol o las relaciones sexuales ocasionales, las noticias de menores que apalean a su profesor o a un compañero y lo graban en video, las vejaciones de índole sexual o los maltratos a compañeros que son colgadas en la red, los daños producidos a vehículos en la noche por mera diversión, las coacciones a los propios padres, etc. parecen reflejar que nuestros menores han cambiado. En nuestra sociedad del riesgo (U. Beck) y en nuestra sociedad global (A. Touraine), los menores son cada vez psicológicamente más heterogéneos pues pueden vivir instalados en la infancia mucho tiempo o madurar muy tempranamente, pueden estar muy integrados o desintegrados, estar muy bien formados o ser casi analfabetos en esta sociedad en constante movimiento y cambio donde las experiencias e informaciones no todos las asimilamos igual.
También, y no hay que olvidarlo, a los jóvenes no les estamos legando un futuro prometedor, la mitad de los jóvenes está en paro, la plaga de los mileuristas no disminuye sino aumenta, las viviendas –a pesar de la crisis– siguen a precios inalcanzables para un gran sector d