: Patrick O'Brian
: Operación Mauricio
: Edhasa
: 9788435049672
: Narrativas Históricas
: 1
: CHF 9.80
:
: Erzählende Literatur
: Spanish
: 416
: DRM
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
NUEVA EDICIÓN REVISADA «Las mejores novelas sobre el mar escritas en el siglo xx», Daily Mail Europa tiembla en pleno fragor de las guerras napoleónicas. Mientras tanto, el capitán Jack Aubrey está en tierra, convertido en un caballero que disfruta de las comodidades de la vida doméstica en su casa de campo: esposa, hijas, madre política, criados... Sin embargo, en cuanto se le presenta la oportunidad de escapar de esos encantos, con la llegada de su amigo Stephen Maturin, que trae órdenes secretas para que se ponga al mando de una fragata, Aubrey la acepta con todas sus fuerzas. La nueva misión le ofrece todos los ingredientes de riesgo y aventura que el inquieto capitán aprecia: arrebatar a los franceses las islas Reunión y Mauricio, en el océano Índico, para lo que tendrán que doblar el cabo e Buena Esperanza. Pero pronto dos de los capitanes de la armada pondrán en peligro las órdenes se agravan por dos de sus propios capitanes: lord Clonfert, hombre diletante que sólo busca placer, y el capitán Corbett, cuya severidad empuja a su tripulación al borde del motín. Esta es la cuarta entrega de una serie de novelas indispensables para los amantes de la novela histórica de aventuras marítimas y las guerras napoleónicas. Un long-seller en todo el mundo de Patrick O'Brian

PATRICK O'BRIAN ( 12-12-1914 / 02-01-2000 ) Patrick O'Brian nació en 1914 y publicó su primer libro, César, el panda-leopardo, cuando contaba tan sólo con quince años. Escribió historias y poemas durante toda su vida, divulgó unas aclamadas biografías sobre Pablo Picasso y el naturalista Joseph Banks e incluso tradujo del francés a autores como Simone de Beauvoir, entre otros.?? En los primeros años de la década de los 60, comenzó a trabajar en la idea que se convertiría, a lo largo de los siguientes cuarenta años, en la serie de veinte novelas sobre Aubrey y Maturin (con un volumen inacabado publicado póstumamente). Éstas comprenden la totalidad de las guerras napoleónicas, en un periodo de veinte años, y se suceden por todo el mundo, y gracias a ellas O'Brian llegó a ser uno de los principales y más aclamados novelistas del siglo XX.?? Tras casarse con Mary Tolstoy en 1945, la pareja vivió el resto de sus vidas en Collioure, en Francia; ella mecanografiaba los manuscritos de su esposo a partir de sus múltiples borradores, y él dedicaba a su mujer todos sus libros.?? En 1995, Patrick O'Brian fue galardonado con la Orden del Imperio Británico, la mayor distinción para un civil, y en 1997 recibió un doctorado honorario en Letras por el Trinity College de Dublín. O'Brian murió en enero del año 2000 a los ochenta y cinco años.

CAPÍTULO 2

Desde aquel elemento húmedo, siempre cambiante y a menudo traicionero, aunque por el momento templado y tranquilo, el capitán Aubrey le dictó una carta oficial a su alegre escribiente:

Boadicea

En alta mar

Señor:

Tengo el honor de comunicarle que, al amanecer del día diecisiete del corriente, con las islas Desertas y Selvagens a dos leguas SSE, la fragata de Su Majestad que está bajo mi mando tuvo la suerte de encontrarse con un barco de guerra francés que llevaba consigo una presa. Cuando laBoadicea se le aproximó, el barco viró y abandonó la presa, un paquebote con los masteleros tumbados sobre la cubierta. En la fragata no se escatimaron esfuerzos para alcanzar el barco enemigo, que se empeñaba en hacernos pasar entre los bancos de arena de las islas Desertas y Selvagens, pero, al perder los estayes como consecuencia de la caída de su mastelero de sobremesana, encalló en un arrecife. Poco después, puesto que el viento había amainado y las rocas lo protegían de los cañones de laBoadicea, lo abordamos desde los botes y pudimos comprobar que era laHébé, antiguamente laHyaena, fragata de Su Majestad de veintiocho cañones que ahora lleva veintidós carronadas de veinticuatro libras y dos cañones largos de nueve libras. Tenía una tripulación de doscientos catorce hombres y estaba al mando de monsieur Bretonnière, teniente de navío, ya que el capitán había muerto en el combate contra la presa. Había salido hacía treinta y ocho días de Burdeos para un crucero y había atrapado los barcos ingleses citados al margen.

Mi primer oficial, el señor Lemuel Akers, un oficial veterano y de mérito, estaba al mando de los botes de laBoadicea y dirigió el ataque con gran valentía, y el teniente Seymour y el señor Johnson, ayudante del oficial de derrota, también actuaron con gran arrojo. Realmente –me complace decirlo– la conducta de todos los tripulantes de laBoadicea me pareció muy satisfactoria. Por otra parte, no tengo que lamentar bajas y sólo hay dos hombres heridos superficialmente.

Atamos el paquebote sin tardanza. Es elIntrepid Fox, de Bristol, al mando del capitán A. Snape, y venía de la costa guineana cargado de colmillos de elefante, polvo de oro, granos del Paraíso, cueros y pieles. En vista del valor de su cargamento, me pareció conveniente mandarlo a Gibraltar escoltado por laHyaena, al mando del teniente Akers.

Tengo el honor de ser..., etc.

El capitán Aubrey observaba con gran benevolencia la pluma del escribiente deslizándose con rapidez. La carta, en esencia, decía la verdad, pero, como muchas cartas oficiales, contenía algunas mentiras. A Jack no le parecía que el teniente Akers fuera un oficial de mérito, y, por otra parte, su valentía había consistido simplemente en gritarle a laHébé desde las escotas de popa del bote, donde estaba confinado a causa de su pierna de madera. Además, la conducta de algunos tripulantes de laBoadicea casi había agotado su paciencia y al paquebote no lo habían atado sin tardanza.

–No se olvide de poner a los heridos al final de la página –dijo–. Son James Arklow, marinero simple, y William Bates, infante de marina. Ahora tenga la amabilidad de decirle al señor Akers que le daré un par de cartas personales para que las lleve a Gibraltar.

Cuando se quedó solo en la gran cabina miró por la ventana de popa hacia el mar en calma, iluminado por el sol y lleno de barcos: las presas estaban en facha, los botes iban y venían, y en laHébé, mejor dicho, laHyaena, la jarcia estaba llena de hombres que daban los toques finales a las reparaciones y ya preparaban los obenques del nuevo mastelero de sobremesana, lo que hacía patente que contaba con un excelente contramaestre, el señor John Fellowes. Entonces cogió una hoja de papel y empezó a escribir:

Amor mío, sólo unas breves líneas para expresarte mi profundo cariño y decirte que todo va bien. Tuvimos un viaje extraordinariamente bueno hasta los 35° 30', con un fuerte viento por la aleta que permitía llevar las gavias con dos rizos –la forma en que laBoadicea navega mejor con su actual aparejo– desde que llegamos a la altura de la punta Rama, justo al otro lado del golfo de Vizcaya, casi hasta Madeira. Entramos en Plymouth con marea alta un lunes por la noche –una oscura noche con ráfagas de aguanieve y fuerte viento–, y, como le habíamos dado nuestro nombre a Stoke Point, el señor Farquhar ya esta