: Mercé Rodoreda
: Rosas de fuego. Torrente de las flores
: Edhasa
: 9788435049498
: 1
: CHF 11.60
:
: Theater, Ballett: Allgemeines, Nachschlagewerke
: Spanish
: 288
: DRM
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
No ha sido el teatro lo que convirtió a Mercè Rodoreda en la voz femenina más poderosa de la literatura catalana de todos los tiempos y, sin embargo, su delicadeza, su estilo sinuoso, su sensibilidad también laten en estas obras. Cuatro piezas incluye esta edición; en realidad, cuatro mundos completamente diferentes: Doña Florentina y su amado Homero, nos invita al salón de unas vecinas, amigas tiempo atrás, donde Zerafina, la criada, al fin ha encontrado su lugar en el mundo; por otro, los vagabundos de El maniquí nos describen el ambiente de marginación en que viven y nos recuerdan que, pese a todo, tienen derecho a soñar en una vida pasa, tal vez inventada, pero mucho mejor; El hostal de las tres camelias nos propone una mirada al drama rural, protagonizado por unos personajes, paradójicamente, típicos pero no tópicos, desde el punto de vista de una sordomuda que se ve obligada a hablar; y, finalmente, en Un día nos adentramos en escenarios que reconocemos como propios de Rodoreda: la casa barcelonesa de Teresa Goday, a quien aquí nos presenta con el nombre de Caterina. Como en el conjunto de su obra narrativa, Rodoreda observa atentamente el comportamiento de sus personajes, reflexiona sobre su condición de manera desinhibida, y entre la risa y la alegría puede devenir en dolor y llanto conmovedor, o viceversa. En suma, este Rosas de fuego es una joya no sólo de la dramaturgia, sino de la literatura en general, y al fin el lector puede disfrutar de una nueva edición con una maravillosa traducción en español.

MERCÈ RODOREDA ( 10-10-1908 / 13-04-1983 ) Es sin duda la escritora catalana más universal de todos los tiempos, y, además la profundidad y la belleza de su estilo, su innegable talento para la creación de personajes femeninos y captación de los ambientes la han convertido en uno de los grandes clásicos de todos los tiempos, de ahí que su obra haya sido traducida a casi una treintena de lenguas. De sus cuatro primeras novelas, sólo recuperó, tras reescribirla, Aloma (ganadora del Premi Crexells en 1937), que le reportó ya un notable éxito internacional. Fue en el exilio donde forjó el grueso de su obra literaria (novela, cuento, teatro y poesía), en la que destacan títulos como La plaza del Diamante (1962), La calle de las Camelias (1966) o Jardín junto al mar (1967), pero a su regreso en 1972 aún escribiría obras tan notables como Espejo roto (1974), Parecía de seda y otros cuentos (1978), Viajes y flores (1980, Premio de la Crítica Serra d'Or, Premio Ciudad de Barcelona y Premio Nacional de Crítica) y Cuánta, cuánta guerra (Premio de la Crítica Serra d'Or 1982). En teatro podemos destacar Rosas de fuego (Torrente de las flores). La profundidad y la belleza de su estilo, su innegable talento para la creación de personajes femeninos y su prespicacia para captar la esencia de los ambientes en que sitúa sus obras la han convertido en uno de los grandes clásicos de la literatura europea del siglo XX.

ACTO II

(El mismo decorado que en el primer acto. Han pasado tres o cuatro meses.Florentinaestá dando clase a un niño de unos nueve años.Zerafina, sentada cerca de la mesa, cose unas cortinas floreadas. El brasero está encendido. El acto empieza siendo de día y, a medida que avance, la luz exterior irá reduciéndose, aunque no llegará a oscurecer del todo. Antes de levantarse el telón ya sonarán escalas).

Florentina: (Sentada al lado del niño que practica escalas). No, ¿ves? Espera, mira... Tienes que poner la mano más plana. Cuando yo aprendía a tocar, debía de tener tu edad; el profesor me ponía diez céntimos en el hombro y, mientras hacía escalas, los diez céntimos no podían caer.

Jaimete: Ah, eso debe de ser muy difícil, doña Florentina.

Florentina: Si no pones la mano más plana, te los pondré. Vuelve a empezar.

(Jaimeteva tocando.Zerafinase levanta y remueve la ceniza del brasero.Florentinase gira).

Florentina: Haz un buen hueco en medio. Y cubre los bordes con ceniza, que no queme demasiado rápido. Pero no lo ahogues.

Zerafina: Qué calorcito tan bueno.

Florentina: (AJaimete, que habrá parado de tocar y se habrá girado). Va, espabila. Do, re, mi, fa, sol, la, si, do, si, la, sol, fa, mi, re, do. Do, re, mi, fa, sol, la, si, do, si, la, sol, fa, mi, re, do... Ahora vas mejor. Y por hoy ya basta. (El niño se levanta). En casa, acuérdate, ¿eh?, como si tuvieras diez céntimos aquí encima. Hala, adiós.

Jaimete: Adiós... Pero disculpe...

Florentina: Dime.

Jaimete: ¿Tendré que estar mucho tiempo haciendo esto de las escalas?

Florentina: Acabas de empezar.

Jaimete: ¿Toda la vida?

Florentina: Ya lo irás viendo. De momento, una hora cada día. Y ahora, vete.

Jaimete: Pero yo quisiera saber hasta cuándo.

Florentina: Hasta que lo hagas bien.

Jaimete: Entonces, toda la vida.

Florentina: Y la lección de solfeo la quiero bien aprendida... Va, si ya sé que eres aplicado y estudioso. Adiós. Hasta el miércoles.

Jaimete: Adiós.

Zerafina: Ya voy a abrirte.

(Florentinacierra el piano. Se acerca al balcón y mira el jardín hasta que regresaZerafina).

Zerafina: Qué niño tan bueno. Ez el que máz me guzta de todoz.

Florentina: Estoy impaciente por que llegue la primavera. Estos árboles sin hojas, los rosales que son todo espinas, esta humedad... Qué tristeza.

Zerafina: Cuando llegue el buen tiempo, le dejaré un jardín de rechupete. Lo penzaré antez de acoztarme. En el tiezto del medio plantaré clavelinez, y en loz zardinelez pondré montonez de ezaz zemillaz que dan unaz florecitaz blancaz que parecen nubez.

Florentina: En el tiesto de en medio cada año planto geranios rojos. Un círculo de geranios rojos rodeados de una cinta de geranios blancos.

Zerafina: Pero mujer de Dioz, ¿no ve que loz clavelez dan máz aroma? Plantaré clavelez. Y junto al gallinero, campanillaz y un calabacero... ¿No le guzta una buena zopa de calabaza?

Florentina: Sí, pero...

Zerafina: Veo que no tiene ningún cerezo... ¿Por qué no plantamoz uno al fondo?

Florentina: Ya lo pensaremos. ¿Cómo tienes las cortinas?

Zerafina: Laz eztoy acabando, pero loz puntoz me zalen muy grandez... Cuando me dezpierte y vea todaz ezaz florecitaz... Qué bien eztoy en ezta caza... Y todaz laz zeñoraz... y loz niñoz... Me guzta todo, ¿zabe? Ya ze le ha alborotado el pelo.

Florentina: Me pasa siempre. Se me eriza el pelo de una ma­nera...

Zerafina: Ziénteze, que ze lo arreglaré. (Le empieza a arreglar el pelo con mucha calma). Tiene un pelo prec