ACTO II
(El mismo decorado que en el primer acto. Han pasado tres o cuatro meses.Florentinaestá dando clase a un niño de unos nueve años.Zerafina, sentada cerca de la mesa, cose unas cortinas floreadas. El brasero está encendido. El acto empieza siendo de día y, a medida que avance, la luz exterior irá reduciéndose, aunque no llegará a oscurecer del todo. Antes de levantarse el telón ya sonarán escalas).
Florentina: (Sentada al lado del niño que practica escalas). No, ¿ves? Espera, mira... Tienes que poner la mano más plana. Cuando yo aprendía a tocar, debía de tener tu edad; el profesor me ponía diez céntimos en el hombro y, mientras hacía escalas, los diez céntimos no podían caer.
Jaimete: Ah, eso debe de ser muy difícil, doña Florentina.
Florentina: Si no pones la mano más plana, te los pondré. Vuelve a empezar.
(Jaimeteva tocando.Zerafinase levanta y remueve la ceniza del brasero.Florentinase gira).
Florentina: Haz un buen hueco en medio. Y cubre los bordes con ceniza, que no queme demasiado rápido. Pero no lo ahogues.
Zerafina: Qué calorcito tan bueno.
Florentina: (AJaimete, que habrá parado de tocar y se habrá girado). Va, espabila. Do, re, mi, fa, sol, la, si, do, si, la, sol, fa, mi, re, do. Do, re, mi, fa, sol, la, si, do, si, la, sol, fa, mi, re, do... Ahora vas mejor. Y por hoy ya basta. (El niño se levanta). En casa, acuérdate, ¿eh?, como si tuvieras diez céntimos aquí encima. Hala, adiós.
Jaimete: Adiós... Pero disculpe...
Florentina: Dime.
Jaimete: ¿Tendré que estar mucho tiempo haciendo esto de las escalas?
Florentina: Acabas de empezar.
Jaimete: ¿Toda la vida?
Florentina: Ya lo irás viendo. De momento, una hora cada día. Y ahora, vete.
Jaimete: Pero yo quisiera saber hasta cuándo.
Florentina: Hasta que lo hagas bien.
Jaimete: Entonces, toda la vida.
Florentina: Y la lección de solfeo la quiero bien aprendida... Va, si ya sé que eres aplicado y estudioso. Adiós. Hasta el miércoles.
Jaimete: Adiós.
Zerafina: Ya voy a abrirte.
(Florentinacierra el piano. Se acerca al balcón y mira el jardín hasta que regresaZerafina).
Zerafina: Qué niño tan bueno. Ez el que máz me guzta de todoz.
Florentina: Estoy impaciente por que llegue la primavera. Estos árboles sin hojas, los rosales que son todo espinas, esta humedad... Qué tristeza.
Zerafina: Cuando llegue el buen tiempo, le dejaré un jardín de rechupete. Lo penzaré antez de acoztarme. En el tiezto del medio plantaré clavelinez, y en loz zardinelez pondré montonez de ezaz zemillaz que dan unaz florecitaz blancaz que parecen nubez.
Florentina: En el tiesto de en medio cada año planto geranios rojos. Un círculo de geranios rojos rodeados de una cinta de geranios blancos.
Zerafina: Pero mujer de Dioz, ¿no ve que loz clavelez dan máz aroma? Plantaré clavelez. Y junto al gallinero, campanillaz y un calabacero... ¿No le guzta una buena zopa de calabaza?
Florentina: Sí, pero...
Zerafina: Veo que no tiene ningún cerezo... ¿Por qué no plantamoz uno al fondo?
Florentina: Ya lo pensaremos. ¿Cómo tienes las cortinas?
Zerafina: Laz eztoy acabando, pero loz puntoz me zalen muy grandez... Cuando me dezpierte y vea todaz ezaz florecitaz... Qué bien eztoy en ezta caza... Y todaz laz zeñoraz... y loz niñoz... Me guzta todo, ¿zabe? Ya ze le ha alborotado el pelo.
Florentina: Me pasa siempre. Se me eriza el pelo de una manera...
Zerafina: Ziénteze, que ze lo arreglaré. (Le empieza a arreglar el pelo con mucha calma). Tiene un pelo prec