: Jürgen Alberts
: Landru
: Fondo de Cultura Económica
: 9786071681249
: 1
: CHF 2.20
:
: Krimis, Thriller, Spionage
: Spanish
: 294
: kein Kopierschutz
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Tras un juicio que sacudió a la sociedad francesa de la época, en 1922 Landru fue ejecutado por haber asesinado a 10 mujeres y un niño. Entre la multitud de periodistas que cubrió el caso se encontraba el exiliado alemán Paul Block. Una década después escucha rumores de que el asesino serial aún vive y fue visto en Buenos Aires. ¿Landru es en realidad inocente como lo sostuvo siempre? ¿Qué implica que su ejecución haya sido un montaje? Mediante una fascinante mezcla de documentos históricos y ficción propia de la novela criminal, Block se hace tales preguntas y, en medio de las amenazas a su seguridad en el exilio por parte del régimen nazi, se obsesiona por descubrir qué hay detrás de este rumor. Entre líneas de su diario personal, notas periodísticas y conversaciones de los personajes se construye la fragmentada narrativa que desentrañará una verdad más grande que el propio caso.

I


 
 
CUANDO Paul Block volteó a ver la maleta que había dejado junto a la cama matrimonial, no le quedó ninguna duda de que había llegado al lugar equivocado. El portero le preguntó si realmente tenía intención de quedarse en ese hotel, aludiendo a su traje detweed azul oscuro, pero Block ya no podía permitirse el Crillon, no quería pertenecer a ese lugar, no quería fingir que nada había cambiado, aunque se hubiera escabullido en secreto, las estaciones de Gleisdreieck y Möckernbrücke, la Plaza de Potsdam, todo había quedado atrás, le parecía otro continente del que sólo se le había permitido traer esta maleta. Se vio en el espejo mugriento que había encima del lavabo; parecía un vacacionista sin afeitar, con profundas bolsas bajo los ojos; se refrescó la frente y las sienes, un ataque de migraña lo venía atormentando desde la Gare du Nord, un amigo le había recomendado el Hotel Esperia, quería probarlo, pues sabía que tendría que pasar mucho tiempo en esta ciudad, mucho tiempo, un mes, dos, quién sabe, todos se habían equivocado en sus especulaciones y la realidad los sorprendía como una lluvia de verano, pero estaba en París, su ciudad favorita, no hubiera preferido ir a ningún otro lugar, aquí era alguien, aquí tenía amigos, trató de calcular cuántas veces había estado en esta ciudad; si sumaba todo el tiempo, había pasado aquí más de un año, sus colegas lo envidiaban, un honor, nuestro corresponsal en París, tan poco valor que le daba él al principio, pero siempre que se cansaba de estar atascado en la redacción, como él decía, le pedía a Markwardt la correspondencia de París, sus colegas lo miraban con recelo y no lo bajaban de lamebotas, una oveja con piel de lobo, le había dicho a Andrea cuando ella lo cuestionó acerca de la contradicción entre su profesión privilegiada y sus convicciones políticas, dos cosas difíciles de reconciliar. Cuando se hospedaba en el Crillon no se conformaba con nada menos que lo mejor, lo más fino, era el reportero cosmopolita de un periódico de renombre internacional, en ese entonces se comportaba igual que aquellos de los que se burlaba en secreto y a quienes ridiculizaba en sus artículos. El espejo sobre la cama mostraba al exiliado Paul Block,