: José Contreras Domingo
: Tensiones fructíferas: explorando el saber pedagógico en la formación del profesorado Una mirada desde la experiencia
: Ediciones Octaedro
: 9788499218717
: 1
: CHF 8.40
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: Sonstiges
: Spanish
: 260
: Wasserzeichen
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Como toda experiencia educativa, la formación inicial del profesorado vive 'de una tensión': aquello que la mueve, que la impulsa, aquello a lo que tiende, lo que va buscando poner en movimiento, lo que le da dirección, orientación. Pero también como toda experiencia educativa, la formación vive 'en una tensión', o mejor, entre muchas tensiones: conflictos, contradicciones, tropiezos, desencuentros entre nuestras pretensiones y nuestros estudiantes, cuando no la dificultad de hacer pervivir un cierto sentido de la formación en una organización y un clima universitarios poco proclives para ello. ¿Cómo dar expresión a esta doble tensión? ¿Cómo hacerlo en conexión con la experiencia, con sus complejas tramas de prácticas, vivencias, sensaciones, reflexiones? ¿Y cómo hacerlo como una oportunidad de retomar las tensiones para dar lugar a un pensar y a un hacer fértiles, fructíferos? En este libro se da cuenta, en primera persona, de este pensar la experiencia de la formación, como modo de expresar su movimiento, su búsqueda de sentido, sus tensiones, y como origen de un saber que nace de la experiencia. Porque este es fuente de un saber pedagógico para quienes se dedican a la formación. Como lo es también para quienes se dedicarán al oficio de la educación.

José Contreras Domingo (compilador) y las demás autoras trabajan en la formación de profesorado en diferentes universidades y comparten su interés en una formación que cuente con el saber de la experiencia y en una investigación educativa que tome la experiencia como punto de partida, tal y como ya expusieron José Contreras y Nuria Pérez de Lara (comps.) en la obra 'Investigar la experiencia educativa' (2010).

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Explorando el saber pedagógico en nuestras clases

José Contreras Domingo

Susana Orozco Martínez

Explorar nuestra experiencia en la formación

Desde hace ya algunos años, quienes colaboramos en este libro veníamos compartiendo nuestras preocupaciones y vivencias como docentes dedicados a la formación inicial de maestras y maestros, así como también a la de educadoras y educadores sociales. Esta historia compartida nos ha conducido recientemente al deseo de convertir lo que ya veníamos realizando en un proceso de investigación. Nuestro interés ha sido explorar lo que hacemos y vivimos en nuestro trabajo docente, lo que pasa y nos pasa en las clases, y las circunstancias y contextos que rodean y afectan a nuestro quehacer. Una autoexploración que nos permite indagar y sacar a la luz aspectos de los que se suele hablar poco, pero que creemos cruciales para entender lo que hay en juego en la formación. Con ella buscamos hacerlos conscientes y disponibles para nosotros y para quienes se dedican también a la formación del profesorado. Así pues, al estudiar nuestras experiencias, esperamos poner en movimiento y en comunicación asuntos poco revelados de la formación a los que creemos que hay que prestarles atención.

Desde su origen, nuestra preocupación no ha sido justificar un plan o programa de formación, sino estudiar algo de lo que solemos tener consciencia en cualquier proceso educativo, pero a lo que no siempre le dedicamos la atención y el trabajo de indagación necesarios: que la tarea educativa tiene mucho de borrosa, de resbaladiza, de imprevisible, de sutil, de delicada; y que la tarea de la formación también. Para nosotros era importante, en nuestra investigación, adentrarnos en lo que vivíamos y en cómo lo vivíamos para hacernos más conscientes de las sensaciones e inquietudes acerca de lo que supone el trabajo de la formación.

A poco que vayas más allá de definir prácticas y aplicar actividades y que empieces a prestarle atención a las sensaciones personales que se te producen en el desarrollo de las clases, a los acontecimientos cotidianos, a los estudiantes con quienes trabajas, y a las relaciones que se producen, con sus encuentros y desencuentros, comienza a quedarte claro que, para vivir y realizar tu trabajo, no es suficiente con tener un plan de actuación. A poco que te abras a las dinámicas colectivas de la clase, al desarrollo en el tiempo de un curso y al significado que este va adquiriendo, y que comiences a preguntarte sobre el sentido y el valor de lo que está ocurriendo; en cuanto empiezas a considerar los condicionantes institucionales y cómo se infiltran en los procesos y relaciones, afectando a su sentido; o cuando te preguntas por las historias personales de tus estudiantes, por cómo viven y reaccionan al acontecer de las clases y del curso, y por el sentido que este puede tener en la trayectoria de formación de cada uno; a poco que hayas creado un espacio personal para mirar todo esto y te hayas preguntado por lo que eso supone para ti…, el sentido de nuestro trabajo ha cambiado.

La tarea de la formación pone en juego muchas facetas y dimensiones que no pueden mantenerse en la ignorancia, o dejarlas en un segundo plano como si fueran aspectos despreciables. Y por nuestra parte no queríamos considerar nuestro trabajo sin incorporar, como parte del mismo, todas estas facetas y dimensiones que afectan y que se integran en él y que influyen en nuestras maneras de sentir, de hacer y de pensar. La formación es todo eso, y no solo la aplicación de un plan.

Por este motivo, explorar lo que hacemos y vivimos nos suponía adentrarnos en terrenos pantanosos, como los llama Donald Schön (1992). Buscábamos tener en cuenta lo que vivimos en la formación, con nuestras confusiones, tanteos, dudas, contradicciones, errores; así como con nuestros hallazgos y s