: Bernard Cornwell
: Sharpe y la campaña de Salamanca
: Edhasa
: 9788435045605
: Las aventuras del fusilero Richard Sharpe
: 1
: CHF 8,00
:
: Erzählende Literatur
: Spanish
: 384
: DRM
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
BATALLA DE SALAMANCA, 1812 En los días previos a la batalla de los Arapiles (julio de 1812) y en medio de la guerra de la Independencia en España, el espía más valioso y sanguinario de Napoleón, el coronel Leroux, ha fracasado en su primer intento de acabar con la vida de Richard Sharpe; pero no es un hombre que renuncie fácilmente a cumplir las misiones que se le encomiendan... Los mejores hombres del servicio secreto británico están cayendo a uno a uno a manos de Leroux, y Sharpe tiene un buen motivo para desear pararle los pies. Pero para ello debe aprender a moverse en un mundo que le es completamente ajeno, en un laberinto de secretos, rumores y sospechas..., en él conocerá a una nada desagradable y seductora marquesa. Con todo, Sharpe, decidido a cobrarse vengaza con el frío acero de su espada, perseguirá sin descanso a su rival, sabedor de que sólo en el terreno que le es propio, en el campo de batalla, conseguirá imponerse a los sucios trucos de su rival.

Bernard Cornwell nació en Londres en 1944 y vivió su infancia en el sur de Essex. Después de graduarse en la Universidad de Londres, trabajó para la cadena de televisión de la BBC durante siete años, principalmente como realizador del programa Nationwide. Posteriormente se hizo cargo del departamento de actualidad de la BBC en Irlanda del Norte, y en 1978 pasó a dirigir el programa Thames at Six, para la Thames Television. Actualmente reside en Estados Unidos. Su serie dedicada a Richard Sharpe, que en España viene publicando Edhasa, le ha convertido en uno de los escritores más leídos y de mayor éxito en el género de la novela histórica de aventuras, condición que volvió a poner de manifiesto con la trilogía formada por Arqueros del Rey (2001), La batalla del Grial (2002) y El sitio de Calais (2004) o la tetralogía sobre Starbuck, situada en la guerra civil americana, de la que las primeras entregas han sido Rebelde (2011), Copperhead (2012) y Bandera de batalla (2020) . También son buena muestra de su talento las novelas Stonehenge (2000), El ladrón de la horca (2003) o Azincourt (2010), El fuerte (2011) así como las Crónicas del Señor de la Guerra: El rey del invierno (2008), El enemigo de Dios (2009) y Excalibur (2010). El ciclo sobre la confluencia de Sajones, vikingos y normandos, se inició con Northumbria, El último reino (2006), Svein, el del caballo blanco (2007), Los señores del Norte (2008), La canción de la espada (2009), La tierra en llamas (2010), Muerte de Reyes (2013), Uhtred, el pagado (2014), El trono vacante (2015), Los guerreros de la tormenta (2016), El portador de la llama (2018) todas ellas publicadas en Narrativas históricas y también publicadas en la colección económica de bolsilo Pocket-edhasa. Esta serie sobre la aventuras de Uhtred de Bebbamburg, lo ha encumbrado a lo mas alto de la novela histórica y ha sido llevada a la televisión por la BBC (Netflix). En 2022 se publica la novela que cierra la serie 'El Señor de la Guerra'.

CAPÍTULO 1

–¡Maldita sea, Sharpe! ¡Dese prisa, hombre!

–Sí, señor.

Sharpe no hizo ademán de apresurarse. Leía cuidadosamente el trozo de papel a sabiendas de que su lentitud irritaba al teniente coronel Windham. El coronel se dio un golpe en la bota con la fusta.

–¡No tenemos todo el día, Sharpe! Hay que ganar una guerra.

–Sí, señor.

Sharpe repitió las palabras con tono paciente y tenaz. No iba a apresurarse. Ésa era su manera de vengarse de que Windham hubiera permitido que el capitán Delmas diera su palabra. Ladeó el papel para que la luz del fuego iluminara la tinta negra.

Yo, el abajo firmante, Paul Delmas, capitán del Quinto Regimiento de dragones, hecho prisionero por las fuerzas inglesas el 14 de junio de 1812, prometo por mi honor que no trataré de escapar ni abandonaré la cautividad sin permiso y que no pasaré ninguna información a las fuerzas francesas o a sus aliados, hasta que me hayan intercambiado, rango por rango, o quede liberado de este compromiso.

Firmado, Paul Delmas

Actúa como testigo, servidor, Joseph Forrest, comandante del Regimiento South Essex de su Majestad Británica.

El coronel Windham dio otro golpe seco con la fusta y el ruido resonó con fuerza bajo el frío helado anterior al amanecer.

–¡Maldita sea, Sharpe!

–Parece que está en regla, señor.

–¡En regla! ¡Rayos y centellas, Sharpe! ¿Quién es usted para decir lo que está en regla? ¡Santo Dios! ¡Yo digo que está en regla! ¡Yo! ¿Se acuerda de mí, Sharpe? ¿Su comandante?

Sharpe sonrió burlón.

–Sí, señor.

Le entregó la promesa a Windham, quien la cogió con gran cortesía.

–Gracias, señor Sharpe. ¿Nos da usted su permiso para irnos de una maldita vez?

–Adelante, señor.

Sharpe volvió a sonreír irónicamente. En los seis meses que el coronel llevaba al mando del South Essex, Windham había llegado a gustarle, aprecio que era correspondido por el coronel para con su brillante y obstinado capitán de la Compañía Ligera. Ahora, sin embargo, a Windham le quemaba la impaciencia.

–¡Su espada, Sharpe! ¡Por Dios, hombre! ¡Dese prisa!

–Sí, señor.

Sharpe se volvió hacia una de las casas del pueblo donde había acampado el South Essex. El amanecer era como una línea gris al este.

–¡Sargento!

–¡Señor!

–¡La espada del maldito franchute!

–¡Sharpe! –protestó el coronel Windham con aire de resignación.

Patrick Harper se giró y dio voces en el interior de una de las casas.

–¡El señor McDonald, señor! ¡La espada del caballero francés, señor, si se diera un poco de prisa, señor!

McDonald, el nuevo alférez de Sharpe, con tan sólo dieciséis años y unas ansias enormes por complacer a su famoso capitán, salió a toda prisa con una hermosa espada envainada. Con las prisas, dio un tropezón, Harper lo sujetó y llegó hasta Sharpe y le dio la espada.

¡Dios, cuánto la deseaba! Había estado manejando el arma durante la noche, había comprobado su equilibrio, había percibido el poder del acero brillante, liso, y Sharpe codiciaba aquella espada. Aquello era algo de una belleza letal, hecho por un maestro, digno de un gran luchador.

¿Monsieur? –dijo Delmas con voz suave y educada.

Por detrás de Delmas, Sharpe veía a Lossow, el capitán de la caballería alemana y amigo suyo, que había conducido a Delmas hasta la trampa. Lossow también había empuñado la espada y había sacudido la cabeza sin decir nada, pero asombrado por el arma. Ahora observaba cómo Sharpe se la entregaba al francés, símbolo de que había dado su palabra y que se le podía confiar su arma.

Windham suspiró profundamente.

–¿Ahora tal vez podemos empezar?

La compañía ligera marchaba al frente, tras la cobertura de la caballería de Lossow, adentrándose por las llanuras antes de que el calor del día aumentara y los cegara con el sudor y los sofocara con el polvo caliente y arenoso. Sharpe iba a pie, a diferencia de la mayoría de los oficiales, porque siempre había ido a pie. Se había alistado en el ejército