: Anthony Everitt
: Alejandro Magno
: Edhasa
: 9788435048958
: 1
: CHF 16.10
:
: Biographien, Autobiographien
: Spanish
: 672
: DRM
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: ePUB
Alejandro III de Macedonia construyó un imperio que se extendía por todos los rincones del globo, desde el tranquilo y calmo reino de Macedonia hasta el mundo helénico, Persia y, en última instancia, hasta la India. Él confiaba en detenerse sólo al llegar al océano Pacífico, pero todo se acabó antes, con su prematura muerte a los treinta y tres años. De esto hace a dos milenios, pero las historias de su vida, tanto de hechos reales y como lengendarios, han mantenido a Alejandro, conocido por 'el Magno' siempre vivo a lo largo de la historia de las civilizaciones, pues su legado es eterno. Pero ¿quién fue realmente Alejandro en su tiempo? Han sido muchas las teorías y estudios sobre el personaje, pero al fin, en este ensayo biográfico, Anthony Everitt lo juzga conforme a los criterios de su época, considerando todas las posibles contradicciones. Podemos, ahora sí, conocer al príncipe macedonio: naturalmente curioso y fascinado por la ciencia y la exploración, fue un hombre que disfrutaba de las artes y que usaba la gran epopeya de Homero, la Ilíada, como biblia. A medida que conquistaba más y más tierras y veía su imperio crecer, Alejandro mostró respeto por las tradiciones de sus nuevos súbditos y un juicio cuidadoso al gobernar sobre tan vastos territorios. Pero también su vida tuvo un lado oscuro: conquistador empedernido que construyó el imperio más grande de la historia hasta el momento, también glorificó la guerra y fue conocido por cometer actos de notable crueldad. He aquí la biografía definitiva del más grande estratega de la historia.

ANTHONY EVERITT Trabajó durante varios años en el Arts Council de Gran Bretaña y fue profesor visitante en Nottingham Trent University y City University. Es autor de deversas obras sobre política cultural y colabora en pretigiosos periódicos (The Guardian, Financial Times).Destacan entre sus librosGobernanza de la cultura (1999), El primer emperador. César Augusto y el triunfo de Roma (2006) y Europa: Unidos de partidos (2007). Cicerón, su primera biografía, fue elegida por Andrew Roberts y Allan Massie como el mejor libro del año publicado en Gran Bretaña.

Prefacio

El rey se va de vacaciones

Han pasado más de dos mil años, pero Alejandro Magno sigue siendo un personaje famosísimo. Su vida fue una verdadera aventura y le hizo recorrer hasta los últimos confines del mundo conocido. Su atractivo físico añade brillo a su imagen. Su recuerdo y su hechizo personal subsisten.

Los estudiosos contemporáneos han hecho grandes esfuerzos para relatarnos sin tapujos la realidad del joven macedonio, pero sus crónicas nos hablan de las preocupaciones propias de la época que les tocó vivir a ellos mismos, en su condición de narradores, al menos tanto como de las cuitas propias del período en que alentó su gran protagonista. En la primera mitad del sigloXX, Alejandro fue el modelo que seguir por todo caballero inglés que se preciara de serlo, sobre todo si abrazaba convicciones idealistas y creía en la unidad del género humano. Sin embargo, tras la segunda guerra mundial se convertiría, a los ojos de muchos, en el prototipo del dictador totalitario, en una suerte de Hitler o Stalin de corte clásico.

Ha llegado el momento de contemplar su figura desde una perspectiva nueva. Como es natural, esta biografía es un reflejo de las esperanzas y temores que hoy nos agitan, en este sigloXXI que pronto habrá cubierto la cuarta parte de su andadura, y vendrá a girar fundamentalmente en torno al fortísimo y fascinante impacto que ejerce sobre nosotros el éxito militar, que, pese a todo, es simultáneamente efímero e incapaz de permanencia. Sería difícil imaginar que pudiera ser de otro modo. No obstante, lo que me propongo es evocar en su realidad desnuda la existencia cotidiana del mundo antiguo, transmitir las convicciones que quizá defendiera Alejandro en su fuero interno. Son muchos los sentidos en que puede afirmarse que fue un monarca macedonio perfectamente asimilable a otros de su misma región, y desde luego no se parecía en nada a los estadistas contemporáneos. Si algo merece es que se le mida en función de los valores vigentes en el siglo en que tuvo que desenvolverse, y que se evite criticarlo sobre la base de los que actualmente mantenemos.

La intención que me ha movido a escribir el presente libro se cifra mucho más en entender que en elogiar o esgrimir condenas.

En el momento en que emprendió sus primeras campañas, Alejandro no pasaba de ser un simple rey macedonio apenas salido de la adolescencia y al que la vida todavía no había puesto a prueba. Sin embargo, con el tiempo, el desconocido monarca no solo se revelaría capaz de conquistar el vastísimo imperio persa, sino que lograría culminar su biografía sin perder una sola batalla. Fue sin duda uno de los comandantes más competentes que haya conocido el mundo.

El hecho de que su vida privada presente un cariz parcialmente ambiguo ha suscitado una enorme atención y lo ha convertido en un icono del universo homosexual (pese a que el sexo no le interesara en exceso, ni con un género ni con otro).

Alejandro fue una persona de temperamento naturalmente curioso, y tanto la ciencia como la exploración lo intrigaron grandemente. Le gustaban las disciplinas atléticas y el arte, y para él, la magnífica epopeya que Homero compuso sobre la guerra de Troya –laIlíada– era una especie de biblia.

La muerte lo sorprendió a la temprana edad de treinta y tres años, pero, paradójicamente, esta misma circunstancia ha contribuido a presentarlo en nuestro imaginario con un aspecto sempiternamente joven. No obstante, su personalidad tenía también una faceta más sombría. Era un hombre que glorificaba la guerra y adoraba la fama que esta permitía obtener a los valientes, aunque en esto tampoco se distingue de muchos de sus contemporáneos. Disfrutaba con la violencia, y su intrepidez era directamente suicida, hasta el punto de que resulta fácil ceder a la impresión de que consideraba que el hecho de combatir en una batalla constituía una saludable forma de ejercicio físico.

Pese a que de cuando en cuando llegara a cometer actos de terrible crueldad, también es preciso resaltar que se conducía de modo caballeroso, cortés y leal.

La muerte de Alejandro es un misterio sin resolver. ¿Falleció como consecuencia de un cúmulo de