: Robert Darnton
: Un magno tour literario por Francia El mundo de los libros en vísperas de la Revolución francesa
: Fondo de Cultura Económica
: 9786071675194
: 1
: CHF 6.50
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: Sprach- und Literaturwissenschaft
: Spanish
: 386
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: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Robert Darnton analiza el comercio de libros en los años previos a la Revolución francesa. Su estudio atraviesa diversos temas, como las prácticas editoriales de la época, los canales de venta y distribución, el papel de los vendedores de libros y la demanda literaria. El hilo conductor es un vendedor de libros de la época, Jean-François Favarger, quien realizó un viaje de cinco meses a través de toda Francia, analizando y comentando los acontecimientos del mundo del libro que presenciaba, los cuales plasmaba en un diario. De manera paralela, Darnton disecciona las implicaciones del negocio y la literatura en la formación de la cultura francesa, el papel de los libreros y vendedores como intermediarios entre el texto y el lector y los libros más populares de la época.

Robert Darnton (Nueva York, 1939) es un historiador pionero en el estudio de la historia cultural del libro. Es considerado uno de los mayores expertos en la Francia del siglo XVIII y la cultura de ese periodo. Ha sido profesor y catedrático de la Universidad de Princeton y director de la biblioteca de la Universidad de Harvard. El FCE le ha traducido: El coloquio de los lectores. Ensayos sobre autores, manuscritos, editores y lectores (2003), Los best sellers prohibidos en Francia antes de la revolución (2008), Censores trabajando. De cómo los Estados dieron forma a la literatura (2014) y La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa (2018), entre otros.

INTRODUCCIÓN: EL MUNDO DEL LIBRO


El mundo del libro en la Francia prerrevolucionaria era infinitamente variado y rico —es decir, rico en la variedad de seres humanos que lo poblaban—. En cuanto sistema económico, no obstante, permaneció empantanado en las estructuras corporativas que habían sido desarrolladas en el siglo XVII: un gremio de impresores y libreros que monopolizaba el comercio en París; un sistema legal previo al derecho de autor basado en el principio del privilegio; una administración real pronta a ordenar la censura y poner fin a las disputas intestinas; unos inspectores del comercio del libro encargados de hacer que se cumpliera la reglamentación —durante el siglo XVIII, fueron emitidos unos 3 000 edictos—; y, en las afueras de las decrépitas y barrocas instituciones del Estado borbónico, un nutrido mundo de profesionales que se sostenían haciendo llegar los libros a los lectores.

En todas las ciudades principales había libreros, y pertenecían a las especies más disímiles. Algunos veteranos dominaban el comercio en cada capital de provincia; en torno a ellos, unas figuras menores desarrollaban su negocio beneficiándose de la expansión de la demanda que se generó de mediados de siglo en adelante, y luchando por sobrevivir en las condiciones más difíciles del periodo de 1770 a 1790. En los márgenes exteriores del sistema legal, algunos revendedores pugnaban por ganarse la vida lo mejor que podían, usualmente abasteciendo el comercio en cuestión a través de lo que podríamos llamar su sistema capilar. Además de esos profesionales, toda clase de individuos desarrollaron el negocio del libro a nivel micro: entre ellos, los pequeños comerciantes establecidos que ocupaban un lugar legal en el mercado mediante la compra de losbrevets de libraire —patentes o certificados de librero— a la administración real; los empresarios privados sin pretensiones de legalidad; los revendedores itinerantes que tendían sus puestos los días de mercado; los encuadernadores que vendían libros a hurtadillas, y los vendedores ambulantes de todas las variedades, algunos provistos de carretas tiradas por un caballo, y otros que anunciaban sus mercancías de puerta en puerta. Estos disgregados y harapientos intermediarios —e intermediarias: muchos de los individuos más resistentes eran esposas y viudas— funcionaron como proveedores medianeros de capital importancia para la diseminación de la literatura; sin embargo, la historia de la literatura les ha prestado muy poca atención. Aparte de algunas raras excepciones, se desvanecieron en el pasado. Uno de los propósitos de este libro es volverlos a la vida.

Otro es descubrir lo que esos personajes vendían. La interrogante sobre la clase de libros que llegaban a los lectores y sobre la manera como los lectores los abordaban abre paso a cuestiones más amplias sobre la naturaleza de la comunicación y el fermento de las ideologías. No abordo directamente esos problemas en este libro, pero sí espero proporcionar una explicación detallada de cómo funcionaba el mercado literario y de cómo la literatura penetraba en la sociedad francesa en vísperas de la Revolución.

Para llevar a cabo lo que me propongo, mi intención es concentrarme en la dimensión del comercio del libro en las provincias. La historia de Francia tiende a concentrarse en París, a pesar de que, durante el siglo XVIII, menos del 3% de la población del país vivía en la capital y los provincianos consumían la gran mayoría de los libros. Sin duda alguna, éstos recibían algunos de sus suministros de París, pero con mayor frecuen