: Simon Scarrow
: El honor de Roma (XX)
: Edhasa
: 9788435048927
: Quinto Licinio Cato
: 1
: CHF 8.90
:
: Erzählende Literatur
: Spanish
: 480
: DRM
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
EL PELIGRO SE ENCUENTRA EN CADA ESQUINA Corre el año 59 d. C. Han pasado quince años desde que Roma luchara contra los bárbaros en Britania. Ahora, es allí donde marcha a vivir el centurión Macro. La provincia vive tiempos convulsos. En Londinium, el ambiente es amenazador, pero además las tribus que supuestamente han aceptado el dominio romano se remueven, inquietas. Recién llegado tras su retiro de las legiones, Macro extraña la camaradería del ejército y el drama de la batalla. Rateros y matones controlan la ciudad. Y, cuando Macro decide rebelarse, recibirá un brutal ataque que le sirve de castigo y advertencia. A partir de entonces, deberá hacer uso de su coraje y habilidades para sobrevivir. Pero esos matones no saben que al golpear a Macro han cometido un error mortal..., porque los veteranos de Britania se mantienen siempre fieles a los suyos, y Macro pronto tendrá un poderoso aliado: el prefecto Cato. Macro y Cato, amigos y legionarios feroces que han luchado a lo largo y ancho de todo el Imperio, forman un equipo formidable. Y lucharán hasta la muerte para proteger el honor de Roma.

Simon Scarrow fue profesor de historia hasta obtener un resonante éxito en el ámbito de la narrativa histórica con la serie Quinto Licinio Cato, protagonizada por los militares Cato y Macro, de la que Edhasa ha publicado ya veinte entregas ('El águila en el Imperio!, '¡Roma Vincit!', 'Centurión', 'Hermanos de sangre','Britania', Los días del César, Sangre de Roma y El honor de Roma entre otras). Además de la serie juvenil Gladiador, es autor de tres novelas independientes: 'La espada y la cimitarra', 'Sangre en la arena' y 'Corazones de piedra'. Con 'Sangre joven' inició el que quizá sea su más ambicioso proyecto novelesco: las vidas paralelas de Napoleón y Wellington, que ha culminado en cuatro entregas (Sangre joven, Los Generales, A fuego y espada y Campos de muerte), todas publicadas por Edhasa. En 2017, junto con Lee Francis, se ha embarcado en un nuevo proyecto en el género del thriller con 'Jugando con la muerte' (2017) y 'Blackout' (2022),

CAPÍTULO UNO

Río Támesis, Britania, enero del 59 d. de C.

–Se aproxima un barco –dijo el centurión Macro, señalando hacia el río. Miraba por encima del agua y, mientras, los rizos veteados de gris que le caían sobre la frente se agitaron con la fría brisa. Los que estaban en la cubierta delDelfín se volvieron a mirar a la pequeña y baja embarcación impulsada por cuatro hombres a los remos, con otros tres sentados en la popa y uno más de pie en la proa, agarrado a un cabo para estabilizarse. Habían doblado un recodo del Támesis hacía sólo unos cuatrocientos metros y se aproximaban deprisa. Macro calculó rápidamente que pronto alcanzaría al lento buque mercante que los llevaba a su mujer y a él río arriba hacia Londinium. Aunque no llevaban armadura y Macro no veía lanzas ni ninguna otra arma, algo en la postura de aquellos hombres le provocó un cosquilleo de prevención en la nuca.

–¿Estamos en peligro?

Se volvió hacia Petronela, una mujer de recia constitución; de cara ovalada y con cabello oscuro, sólo era un poco más baja que Macro. Llevaban juntos unos años ya, y ella sabía que, aunque Macro había dejado el ejército, sus sentidos seguían muy afinados y era capaz de detectar cualquier posible amenaza.

–Lo dudo, pero es mejor estar a salvo que tener que lamentarlo, ¿no?

Dejó a Petronela aún observando cómo se aproximaba el barco y se dirigió al capitán del buque mercante en tono tranquilo:

–Quería hablar un momento contigo, Androco.

El capitán captó la alarma en los ojos de Macro, y enseguida lo acompañó hacia el lugar donde guardaban el equipaje, cubierto por unas pieles de cabra. Macro las echó hacia atrás y abrió el cerrojo del baúl que contenía su equipo. Rebuscó en el interior hasta encontrar su espada y su cinturón, que se ajustó rápidamente, de tal modo que el pomo de su espada quedase en su lugar habitual, contra la cadera. Tendió otro cinturón con espada a Androco.

–Póntelo.

El capitán dudó y echó un vistazo al barco.

–Parecen inofensivos... ¿Realmente son necesarias las armas?

–Esperemos que no. Pero, según mi experiencia, es mejor tenerlas a mano y no necesitarlas que no tenerlas y necesitarlas.

Androco tardó un momento en asimilar el comentario, y entonces se abrochó el cinturón y rápidamente lo ajustó en torno a sus esbeltas caderas.

–¿Y ahora qué?

–A ver lo que hacen.

Un sol mortecino brillaba a través de un cielo gris, nublado, iluminando débilmente el río y el anodino paisaje a cada orilla. El sonido de los remos salpicando el agua llegaba por encima de la superficie a los pasajeros a bordo del barco mercante. El bote mantuvo su rumbo y pasó a unos diez metros del barco más grande, y Macro vio que el ho