Una de las principales tareas del liderazgo consiste en dirigir la atención. Pero para lograrlo, lo primero que debe hacer un líder es aprender a enfocar la suya. Normalmente, cuando hablamos de enfocar la atención, nos referimos a ignorar las distracciones que afectan cualquier actividad. Pero un gran número de estudios recientes indica que nos enfocamos de distintas maneras, con propósitos diferentes y apoyándonos en múltiples redes neuronales —entre las cuales unas trabajan colaborativamente y otras, en oposición—.
Agrupar estos modos de atención en tres grandes grupos —enfocarse enuno mismo, enfocarse enlos demás y enfocarse enel mundo— permite arrojar nueva luz en la práctica de muchas de las habilidades esenciales para el liderazgo. Enfocarse constructivamente en uno mismo y en los demás permite que los líderes cultiven los elementos principales de la inteligencia emocional. Y una comprensión amplia de cómo se relacionan con el resto del mundo les permite mejorar sus habilidades para diseñar estrategias, ser innovadores y tomar responsabilidades.
Todos los líderes deben mejorar estos tres niveles de conocimiento de forma constante y equilibrada. Porque, si fracasan en el enfoque introspectivo, se encontrarán sin rumbo; si fracasan enfocándose en los demás, perderán sus referencias, y si fracasan enfocándose en el mundo, pueden quedar aislados.
Enfocarse en uno mismo
La inteligencia emocional empieza con tomar conciencia de uno mismo —contactar con nuestra voz interior—. Los líderes que prestan atención a su voz interior son capaces de aprovechar más recursos para tomar mejores decisiones y conectar con su ser auténtico. Pero, en realidad, ¿qué significa esto? Entender cómo se enfoca la gente en sí misma puede ayudar a definir este concepto un tanto abstracto.
La autoconciencia
Escuchar tu voz interior es una forma de prestar atención a las señales psicofisiológicas internas. Estas sutiles señales están controladas por la ínsula, una estructura del cerebro que está ubicada detrás de los lóbulos frontales. Si diriges la atención a cualquier parte de tu cuerpo, automáticamente, la ínsula aumenta su sensibilidad. Por ejemplo, si enfocas tu atención en el latido de tu corazón, la ínsula activa más neuronas relacionadas con ese circuito. De hecho, un indicador para medir la autoconciencia es la habilidad que cada uno tiene para sentir los latidos de su corazón.
Los instintos son impulsos que provienen de la corteza insular y de la amígdala cerebral, a los cuales Antonio Damasio, neurocientífico de la Universidad de Carolina del Sur, denomina «marcadores somáticos». Estos impulsos son sensaciones que indican si algo anda bien o mal. Los marcadores somáticos simplifican la toma de decisiones porque dirigen tu atención hacia las mejores alternativas. No son infalibles —¿cuántas veces experimentaste la sensación de haberte dejado la estufa encendida?—, por eso, si somos capaces de entenderlos, lograremos optimizar el funcionamiento de nuestra intuición (ver recuadro «¿Pretendes pasar de largo este recuadro?»).
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