Vivo en la Villa Borghese. No hay ni pizca de suciedad en ninguna parte ni una silla fuera de su lugar. Aquí estamos todos solos y muertos.
Anoche Boris descubrió que tenía piojos. Tuve que afeitarle los sobacos y ni siquiera así se le pasó el picor. ¿Cómo puede uno coger piojos en un lugar tan bello como éste? Pero no importa. Puede que no hubiéramos llegado nunca a conocernos tan íntimamente, Boris y yo, si no hubiese sido por los piojos.
Boris acaba de ofrecerme un resumen de sus opiniones. Es un profeta del tiempo. Dice que va a continuar el mal tiempo. Va a haber más calamidades, más muerte, más desesperación. Ni el menor indicio de cambio por ningún lado. El cáncer del tiempo nos está devorando. Nuestros héroes se han matado o están matándose. Así, que el héroe no es el tiempo, sino la intemporalidad. Debemos marcar el paso, en filas cerradas, hacia la prisión de la muerte. No hay escapatoria. El tiempo no va a cambiar.
Ahora es el otoño de mi segundo año en París. Me enviaron aquí por una razón que aún no he podido descubrir.
No tengo dinero ni recursos ni esperanzas. Soy el hombre más feliz del mundo. Hace un año, hace seis meses, pensaba que era un artista. Ya no lo pienso, lo soy. Todo lo que era literatura se ha desprendido de mí. Ya no hay más libros por escribir, gracias a Dios. Entonces, ¿esto? Esto no es un libro. Es un libelo, una calumnia, una difamación. No es un libro, en el sentido ordinario de la palabra. No, es un insulto prolongado, un escupitajo a la cara del arte, una patada en el culo a Dios, al hombre, al destino, al tiempo, al amor, a la belleza... a lo que os parezca. Voy a cantar para vosotros, desentonando un poco tal vez, pero voy a cantar. Cantaré mientras la diñáis, bailaré sobre vuestro inmundo cadáver...
Para cantar, primero hay que abrir la boca. Hay que tener dos pulmones y saber un poco de música. No es necesario tener acordeón ni guitarra. Lo esencial es querer cantar. Así, pues, esto es una canción. Estoy cantando.
Para ti, Tania, canto. Quisiera cantar mejor, más melodioso, pero entonces quizá no hubieses accedido nunca a escucharme. Has oído cantar a los otros y te han dejado fría. Su canto era demasiado bello o no lo suficiente.
Estamos a veintitantos de octubre. Ya no llevo la cuenta de los días. ¿Diríais acaso: mi sueño del pasado 14 de noviembre? Hay intervalos, pero intercalados entre sueños, y no queda conciencia de ellos. El mundo que me rodea está desintegrándose y deja aquí y allá motas de tiempo. El mundo es un cáncer que se devora a sí mismo... Estoy pensando en que, cuando el gran silencio descienda sobre todo y por doquier, la música triunfará por fin. Cuando todo vuelva a retirarse a la matriz del tiempo, reinará el caos de nuevo y el caos es la partitura en que se escribe la realidad. Tú, tania, eres mi caos. Por eso canto. Ni siquiera soy yo, es el mundo agonizante que muda la piel del tiempo. Todavía estoy vivo, dando patadas dentro de tu matriz, realidad sobre la que escribir.
Duermevela. La fisiología del amor. La ballena con su pene de dos metros en reposo. El murciélago: penis libre. Animales con un hueso en el pene. De ahí viene lo detener un hueso...1 «Por fortuna», dice Gourmont, «la estructura ósea se ha perdido en el hombre». ¿Por fortuna? Sí, por fortuna. Imaginaos a la raza humana caminando por ahí con un hueso en semejante parte. El canguro tiene un pene doble: uno para los días laborables y otro para las fiestas. Duermevela. Carta de una mujer que me pregunta si he encontrado un título para mi libro. ¿Un título? Claro que sí:Adorables lesbianas.
¡Tu vida anecdótica! Frase de M. Borowski. Los miércoles voy a comer con Borowski. Su mujer, que es una vaca seca, oficia. Ahora está estudiando inglés: su palabra favorita es «asqueroso». Ya veis qué coñazo son los Borows