: Jean Flori
: Mari Carmen Llerena
: Ricardo Corazón de León El rey cruzado
: Edhasa
: 9788435048385
: 1
: CHF 10.70
:
: Biographien, Autobiographien
: Spanish
: 576
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: ePUB
La sola mención del nombre de Ricardo Corazón de León despierta en el imaginario colectivo el recuerdo de la figura del caballero por antonomasia, el noble impetuoso que alimentó tantas fantasías juveniles y cuyas luchas contra Saladino forman parte de la leyenda. La audacia, el valor, el alto sentido del deber, la ambición, la lealtad o la fortaleza física son algunos de los rasgos que atribuimos a un personaje irrepetible. Los enfrentamientos con su padre, la rivalidad con su hermano Juan sin Tierra, la conquista de Chipre, las Cruzadas, la expulsión de Felipe Augusto de Normandía... Toda su vida parece marcada por el combate y el ardor guerrero. Pero, para llegar a un conocimiento cabal de Ricardo Corazón de León, hijo de Leonor de Aquitania, es preciso situarlo en su contexto político, ideológico y literario. Más allá de la más completa y rigurosa biografía del personaje, sin duda el ejemplo más acabado de caballero medieval, Jean Flori, uno de los historiadores y expertos sobre las Cruzadas y el siglo XII más renombrados del mundo, nos regala una historia crítica de la mentalidad caballeresca del siglo XII.

JEAN FLORI ( 07-04-1936 / 18-04-2018 ) Jean Flori (Lilebonne, Francia, 1936-2018), sigue siendo considerado como uno de los académicos más relevantes sobre la Edad Media, y especialmente sobre la caballería y las cruzadas, no en balde basó su tesis académica en la caballería e los siglos XI y XII. Doctor en letras y Ciencias humanas por la Sorbona, fue director de investigación en el Centro Nacional para la Investigación Científica en Francia y en el Centro de Estudios Superiores de Civilización Medieval de Poitiers. Entre su obra, rica y variada, cabe destacar, aparte de Leonor de Aquitania, la reina rebelde (2004), L'Essor de la chevalierie (1986), La première Croisade.L'Occidente chrétien contre l'islam (aux origines des idéologies occidentales) (1992), La caballería (1998), Caballeros y caballería en la Edad Media(1998), Ricardo Corazón de León, el rey cruzado (1999), Pedro el ermitaño y el origen de las Cruzadas (1999), La guerra santa.La formación de la idea de cruzada en el Occidente cristiano (2001), Guerra santa, yihad y cruzada (2002), Leonor de Aquitania, la reina rebelde (2004), Bohemundo (2007) y La cruz, la tiara y la espada.

Introducción

¿Un rey caballero?

¿Qué hay más natural para un futuro rey de Inglaterra que nacer en Oxford? No obstante, resulta paradójico este nacimiento, el 8 de septiembre de 1157, del niño que la historia apodará muy pronto «Ricardo Corazón de León», expresando así los rasgos más importantes de su carácter indomable: coraje, valentía, heroísmo, búsqueda de gloria y sed de celebridad, generosidad en la guerra y en la paz, sentido del honor unido a cierta forma de dignidad altanera, mezcla de altivez y orgullo. En suma, un sobrenombre que traduce y resume las virtudes pero tal vez encubre también los vicios de la caballería, encarnada para siempre a finales del sigloXII por Ricardo, como Guillermo el Mariscal, contemporáneo suyo, lo había sido quizás para la generación anterior, si hemos de creer a su panegirista.1 Y en gran medida es cierto, con una diferencia: Guillermo el Mariscal era un caballero «por entero», pues vivía de su espada y su lanza. En cambio, Ricardo era rey de Inglaterra: el modelo perfecto, según se dice, si no el primero, de rey caballero.

Ricardo, príncipe convertido en rey

Ricardo no estaba destinado a ser rey. Antes de que naciera, su padre Enrique II había tenido ya tres hijos de Leonor de Aquitania, «divorciada» del rey de Francia, Luis VII, en 1152. Enrique se había casado con ella enseguida; su primer hijo, Guillermo, murió en 1156, a los tres años de edad. Luego nacieron, antes que Ricardo, Enrique, que recibirá el nombre de Enrique el Joven, rey de Inglaterra en vida de su padre, y Matilde, que se casaría con el duque de Sajonia, Enrique el León. Leonor de Aquitania, de quien Luis VII temió que fuera estéril, tuvo ocho hijos de su segundo marido, siete de los cuales llegaron a la edad adulta y desempeñaron un papel político importante en la Europa de ese tiempo. Después de Ricardo nacieron Godofredo, futuro esposo de la condesa de Bretaña; Leonor, que se casaría con el rey Alfonso VIII de Castilla y daría a luz, entre otros, a Blanca de Castilla, madre de San Luis; Juana, futura esposa del rey Guillermo de Sicilia, y luego, cuando quedó viuda, del conde Raimundo VI de Tolosa, y Juan, que la historia conoce por el nombre de Juan sin Tierra, y que se convertiría a su vez en rey de Inglaterra a la muerte de Ricardo, en 1199. Así, Ricardo no era el primogénito. Enrique era quien debía suceder a su padre. Sólo su muerte, en 1189, hizo de Ricardo el nuevo heredero. Sin embargo, hay que decir, como veremos más adelante, que su padre habría preferido para este papel a Godofredo e incluso a Juan, sus hijos menores, tras la muerte de Enrique el Joven en 1183.

Ricardo el angevino

Segunda paradoja: este futuro rey de Inglaterra no tiene nada de inglés; sin duda, de los diez años que dura su reinado, no pasa más de uno en Inglaterra, como subrayan los historiadores ingleses que hacen de él, hasta fecha reciente, un mal rey poco preocupado por el gobierno de su reinado e interesado sobre todo en aventuras caballerescas.2 Su nacimiento en Oxford puede considerarse como fruto del azar: el propio Enrique II pasa menos de un tercio de su reinado en Inglaterra y se comporta más como soberano francés que inglés. Desde su ocupación por el duque Guillermo de Normandía en 1066, Inglaterra es gobernada por sus conquistadores y se puede hablar con propiedad de reino anglonormando. A la muerte de Guillermo el Conquistador, una querella dinástica enfrenta a sus hijos en una guerra fratricida. Conquistador de sus hermanos en Tinchebray, en 1106, Enrique I Beauclerc reúne de nuevo bajo su autoridad a Inglaterra y Normandía. Sólo su esposa, Edith, introduce en su descendencia una medida de sangre inglesa. Sin embargo, Enrique Beauclerc no tiene hijos, y su hija Matilde se convierte en heredera, lógica pero discutida.3

Así, Matilde, viuda del emperador Enrique V (tan prestigioso fue ese matrimonio que se la sigue llamando «la emperatriz»), se casó en 1128 con Godofredo Plantagenet, llamado también Godofredo el Bello, heredero del conde de Anjou Foulque el Joven.4 Debido a esta alianza matrimonial, el futuro conde de Anjou, hasta aquí comedido en sus ambiciones de desarrollo territorial por los príncipes de Bretaña al oeste, de Normandía al norte, de Poitou al sur y de Blois al este (aunque consigue quitarle Turena), puede esperar un destino más glorioso al convertirse en rey de Inglaterra. Al principio, esta esperanza, sin embargo, se ve frustrada por un abuso de autoridad: Adela, hermana de Enrique I Beauclerc, había tenido de su marido el conde de Blois un hijo llamado Esteban. En 1135,