: Isabel Llamas Martínez
: Nuevas perspectivas y desafíos en el aula de Secundaria Reflexiones didácticas en el contexto actual
: Ediciones Octaedro
: 9788419312198
: 1
: CHF 8,00
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: Allgemeines, Lexika
: Spanish
: 120
: Wasserzeichen
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Este libro analiza el estado de la legislación educativa actual, con el foco puesto en la diversa problemática que los docentes debemos afrontar en el ámbito de la Educación Secundaria y el Bachillerato y que no se contempla en la normativa vigente. Una legislación coherente y al margen de luchas políticas convertiría los centros educativos en esos lugares con posibilidades ilimitadas para nuestros adolescentes, espacios donde la ilusión y la motivación serían el ingrediente básico, y donde el desarrollo del pensamiento crítico y de la creatividad favorecerían su proceso madurativo. Sería muy injusto que nuestros jóvenes sigan siendo las víctimas, que pierdan ese tren repleto de oportunidades de futuro mientras los adultos estamos blandiendo nuestras espadas ideológicas, en vez de ofrecerles la mejor educación y formación posible. Por otro lado, el trabajo del docente carece de sentido y, sin duda, de efectividad si no se educa en la empatía, el cariño y el respeto atendiendo y prestando mayor atención a los intereses y la motivación de los jóvenes, que son los verdaderos protagonistas, y no los docentes ni el currículo. Tal vez sea el momento de levantar la mirada de los libros, de las pizarras, de los cuadernos... y replantearnos: ¿qué sentido tiene el sistema educativo actual?, ¿es realmente efectivo?, ¿y si nos centramos en evaluar, por fin, el sistema, sus posibilidades y sus carencias? Decía Pedro Salinas en su poema La voz a ti debida: «...es que quiero sacar de ti tu mejor tú...». Tengamos la esperanza de que la educación abra los ojos para conseguirlo.

Isabel Llamas Martínez. Licenciada en Traducción e Interpretación en la especialidad de Inglés en la Universidad de Granada. Ejerció como profesora de español en el curso académico 2006-2007 en la Dartford Grammar School (Londres). Desde entonces trabaja como profesora de Enseñanza Secundaria (especialidad Inglés) en la comunidad autónoma de Castilla-la Mancha, alternando con horas de docencia en la Universidad Isabel I de Castilla (Burgos). Se doctoró en Educación en julio de 2021 (sobresaliente cum laude y mención internacional).

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El papel fundamental de las familias en la enseñanza

El papel de familias y docentes en la educación de los jóvenes constituye, sin duda, uno de los temas más recurrentes y controvertidos en los debates de la sociedad actual. El desarrollo intelectual y afectivo de los adolescentes depende en un primer momento de las familias; no obstante, pronto pasa a ser una competencia compartida entre ambas instituciones: familias y escuela. La suma del esfuerzo y cooperación de ambas es el camino más fácil para lograr el objetivo que se pretende: un éxito no solo en la formación académica, sino un triunfo en la formación integral de los alumnos. En este sentido, decían Luchiniet al. que:

El rendimiento mejora si se tienden puentes de dos vías entre maestros y padres, para que ambos sean bilingües en los dos lenguajes silenciosos que son las culturas de la escuela y el medio local. (1999:61)

Resulta complicado perfilar claramente las responsabilidades de unos y otros; con frecuencia las discrepancias (e incluso el desconcierto) queda de manifiesto al poner el debate sobre la mesa. Es crucial no confundir las funciones de escuela y familia. A la familia le corresponde la tarea de estimular, de hacer un seguimiento, de monitorizar, de tutelar el estudio... Mientras que la escuela tiene que proveer al alumnado de herramientas en esa labor de adquisición, asimilación y comprensión de nuevos conocimientos que se le van inculcando en el proceso de enseñanza-­aprendizaje.

Cada vez es más común la nostalgia y anhelo que expresan los docentes recordando el modelo de familia de antaño. «Familias eran las de antes, no las de ahora», se oye a menudo. Y es que, sin duda, vivimos en un mundo sometido a un vertiginoso ritmo de constantes cambios. A propósito de esta cuestión Álvarez Rodríguez ya aclaró:

La familia tiene que asumir la responsabilidad de preparar a sus miembros más jóvenes para que puedan dar soluciones a cualquier problemática que se les presente. El ámbito familiar debe ser un lugar seguro y estable para los hijos de manera que puedan desarrollar todas sus potencialidades sin ninguna dificultad. Hay que asumir el reto de preparar a las nuevas generaciones para que aprendan en un mundo marcado por la prisa y las imágenes. (2004:26)

En la actualidad, las familias están mucho más expuestas a dificultades propias de la sociedad occidental en la que vivimos. Los estilos de vida, los valores, las modas, las nuevas tecnologías, las redes sociales..., todo ello en un período de treinta años aproximadamente (el que separa nuestra generación de la anterior) ha experimentado tal transformación que resulta complicado hacer una comparativa de lo que fue nuestra adolescencia y lo que es ser adolescente en la actualidad. De ahí que las familias necesiten, más que nunca, apoyo y orientación a la hora de llevar a cabo su cometido educativo, debiendo encontrar siempre una predisposición y colaboración procedente del contexto escolar. Pero, del mismo modo, la actuación inversa también se hace imprescindible, el ámbito escolar ha de encontrar cobijo a la hora de llevar a cabo su labor educativa, es decir, la relación ha de ser activa y recíproca en ambas direcciones.

Cambios y adversidades al margen, como ya hemos expuesto, el papel de la familia constituye un eslabón fundamental e irremplazable: educar a sus miembros para un desarrollo integral y válido a lo largo de toda su vida. Esta misma afirmación es la que defendían Luengo y Luzón:

Y aunque nuestra sociedad, nuestro modelo de vida, ha ido modificando progresivamente la morfología familiar, bien mediante la reducción de la convivencia generacional o a través de la flexibilización de los planteamientos favoreciendo una coexistencia entre padres e hijos más permisiva y tolerante, la familia constituye uno de los núcleos donde se ejerce una poderosa influencia sobre el individuo. (2001:55)

Los avances e innovaciones tecnológicas (positivas o negativas, según se mire) han sido tan impactantes que cuesta incluso reconocer el mundo en el que vivimos. Nada de lo que a nosotros como adolescentes nos interesaba, ilusionaba e incluso nos complacía tiene valor alguno para los chicos hoy día. La brecha generacional es de tal magnitud que el deterioro en la comunicación entre padres e hijos es inevitable y, por tanto, también el aumento de los conflictos entre ellos. La respuesta de los progenitores ante estas discrepancias n