Prólogo
NORMA GONZÁLVEZ HUGUET
Presidenta de COEESCV
Cuando llegó la propuesta al Colegio de apoyar la publicación de un libro de reflexión sobre Educación Social desde una triple perspectiva temporal de presente, pasado y futuro, no sin un cierto debate, llegamos a la conclusión de que la apuesta era irrechazable: aunar al mundo académico y al profesional, pasando por los híbridos que están también en las trincheras avanzando en su carrera académica; estrechar lazos entre compañeras y compañeros del mundo colegial, implicados en lo colectivo, también compañeras y compañeros del mundo académico que han colaborado con nosotras de manera activa en diferentes proyectos, suponía una aventura cargada de significado para todo el colectivo profesional y el convencimiento de que avanzamos con paso firme.
Muchas son las fortalezas que podemos destacar del texto que tenemos el gusto de prologar. En primer lugar, el sentido reconocimiento tributado a las compañeras y compañeros de las trincheras que militaron lo colectivo y comenzaron nuestra historia desde su intervención en tiempos pasados y la construcción de nuestro espacio identitario y hoy colegial. La diplomatura materializaba el esfuerzo de toda una generación de activistas y de profesorado universitario que trabajaron juntos para dar vida a un proyecto común. Y este esfuerzo coral es el que se refleja en el compendio de autores participantes: universitarios, profesionales, cuando no personas vinculadas a ambos ámbitos.
Esta simbiosis sinérgica está presente desde la propia coordinación del libro. Tres compañeras de las que no me resisto a destacar algunos aspectos relevantes. A Raquel Conchell tuve el placer de conocerla con su ímpetu y tesón como coordinadora de prácticas del grado de Educación Social y eso marcó un antes y un después, aporta una visión de dotar científicamente a la profesión de una teoría sobre la que construirse. Hablar de Ramón López Martín, para mí, es, desde mi historia como educadora social, uno de esos profesores visionarios que no te dejaban indiferente, hasta mi paso como profesional a trabajar con él, como una de las mentes que trabajó por el éxito del Congreso de Educación Social celebrado en Valencia en el 2012, codo a codo con el Colegio, siempre un estratega y visionario que ha colaborado con el Colegio desde sus inicios. Y finalizó con Mónica Villar, que, si pienso en los inicios en la actividad colegial, la nuestra no puede ser una sin la otra, momentos de construcción conjunta de puentes interesantes entre lo profesional y la Universidad, jornadas profesionales con mucha riqueza, tardes enteras y días trabajando en diferentes encargos cargadas de ilusión y de ganas de Educación Social.
No podemos olvidar, que para que una profesión avance con paso firme y de una manera consciente, debe pasar por que se produzca también un avance en, al menos, tres escenarios diversos, aunque complementarios. Primero, desde la Universidad, quienes forman y construyen las bases del pensamiento de las futuras generaciones de educadoras sociales deberían ser, al menos una gran parte, profesionales de la Educación Social. En segundo lugar, tenemos el ámbito de la política, en el que es necesario un cambio que evidencie la visión de las diferentes profesiones de lo social, y eso pasa por la incorporación de educadoras y educadores sociales en puestos de dirección y puestos técnicos dentro de la administración, para que puedan aportar nuestra mirada. Y, en tercer lugar, que no menos importante, junto al Colegio Profesional, donde se vela por la profesión, la formación, el intrusismo; y, cómo no, desde la práctica diaria, desde «las trincheras», construyendo cada día buenas prácticas.
Si se produce la alineación de la Universidad, práctica profesional, cargos técnicos y políticos y colegio profesional, la profesión se desarrolla y se observan claros avances, toda rueda con mayor facilidad. Por el contrario, si no se produce esa alineación, cuando cada una vamos avanzando, incluso, a veces, hacia espacios diferentes, el peaje a pagar por cualquier pequeño avance es muy elevado. Por ello, nuestra función como colegio profesional debe contemplar el ser inspiradoras y embajadoras de la profesión, el que las compañeras colegiadas no solo se formen, hagan carrera profesional en el mundo académico, velen por buenas prácticas, denuncien el intrusismo, investiguen y escriban, sino que militen en política, entren en los cuerpos funcionariales, estén en puestos de dirección y que siempre tengan el Colegio como referente. Por supuesto, sin olvidar la ordenación y regulación de la profesión al servicio de la ciudadanía; vigilar el ejercicio de la profesión haciendo cumplir la legislación; hacer cumplir el código deontológico y velar por las buenas prácticas profesionales; defensa de los intereses profesionales; promoción del reconocimiento social y profesional de la Educación Social. Tener el Colegio Profesional y trabajar por y para la profesión nos debe llevar a reinventar y rediseñarlo cada día, en función de las nuevas necesidades.
El juego de las tres dimensiones temporales del relato, pasado, presente y futuro, en c