: Simon Scarrow
: Blackout Berlín 1939
: Edhasa
: 9788435048750
: 1
: CHF 10.70
:
: Erzählende Literatur
: Spanish
: 432
: DRM
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Berlín 1939 NUMERO 1 EN AMAZON CON LA EDICIÓN INGLESA DURANTE VARIAS SEMANAS. Berlín, 1939. Es un invierno especialmente frío, las calles están cubiertas de nieve y hielo, y resuena, en la distancia, el estruendo de la guerra. El Tercer Reich cerca la ciudad, y el pánico y la paranoia aumentan entre la población. Cada noche, durante los constantes apagones nocturnos, Berlín se sumerge en una oscuridad opresiva y sofocante y, entre las sombras, un asesino en serie encuentra vía libre para sus objetivos. La reputación del inspector Horst Schenke está en juego. No ha aceptado unirse al partido nazi y ahora, al hallar el cadáver de una mujer joven brutalmente asesinada, está obligado a resolver el caso con rapidez y eficacia; de lo contrario, las consecuencias podrían ser fatales. Los peores temores de Schenke se confirman cuando aparece una segunda víctima: poco a poco, la investigación lo conduce a los pasillos más profundos y oscuros del régimen. El peligro acecha detrás de cada esquina, y las distintas facciones del Reich, enfrentadas entre sí, pueden ser tan letales como el asesino que acecha en las calles... Sorprendente novela en el Berlín de la SS durante la Segunda Guerra Mundial que se mantuvo en el número 1 en Amazon durante semanas en su edición inglesa. El autor de la serie Cato y Macro nos sorprende que esta nueva novela muy alejada del Imperio romano.

Simon Scarrow fue profesor de historia hasta obtener un resonante éxito en el ámbito de la narrativa histórica con la serie Quinto Licinio Cato, protagonizada por los militares Cato y Macro, de la que Edhasa ha publicado ya diecinueve entregas ('El águila en el Imperio!, '¡Roma Vincit!', 'Centurión', 'Hermanos de sangre','Britania', Los días del César, Sangre de Roma y La exiliada del emperador entre otras). Además de la serie juvenil Gladiador, es autor de tres novelas independientes: 'La espada y la cimitarra', 'Sangre en la arena' y 'Corazones de piedra'. Con 'Sangre joven' inició el que quizá sea su más ambicioso proyecto novelesco: las vidas paralelas de Napoleón y Wellington, que ha culminado en cuatro entregas (Sangre joven, Los Generales, A fuego y espada y Campos de muerte), todas publicadas por Edhasa.

Prólogo

Berlín, 19 de diciembre de 1939

No hacía mucho que había empezado la fiesta de Navidad. Serían las ocho y media de la tarde, cuando aparecieron Gerda Korzeny y su acompañante. Una gruesa capa de nieve cubría las calles, y se sacudieron las botas para desprender el hielo antes de entrar en el vestíbulo, donde una doncella les recogió los abrigos y los gorros de piel. Gerda se quitó las botas y, tras dejarlas junto a la puerta, sacó de una bolsa unos zapatos de vestir con tacón y se los puso. Se miró en el espejo colgado en la pared del vestíbulo. Se alisó el vestido de cóctel, levantó los brazos y se pasó las manos un poco por el pelo, ordenándolo y colocándolo bien con las yemas de los dedos. Vio que su compañero sonreía detrás de ella, e hizo un mohín.

–Así está mejor –dijo ella–. Ya me siento más persona.

Él le sonrió y, agarrándola por el codo, se colocó a su lado. Ofrecía una imagen inmejorable con las botas negras relucientes y el uniforme pulcramente planchado.

–Hacemos muy buena pareja –dijo ella, levantando una mano enguantada para acariciarle la mejilla–. Lástima que no estemos casados. Entre nosotros, al menos.

La sonrisa de él desapareció mientras la conducía a través del gran vestíbulo. Ya estaban allí la mitad de los invitados; más de un centenar de personas pertenecientes a la alta sociedad de la ciudad se reunían en pequeños grupos, de pie, bajo la brillante lámpara de araña que iluminaba la enorme sala. Camareros con chaquetillas blancas y camareras con delantal llevaban bandejas llenas de copas de champán de un lado a otro.

Las conversaciones y risas hacían eco en las altas paredes, mientras Gerda examinaba a la multitud en busca de caras familiares. Había personas de la industria cinematográfica a las que conocía por los años en que había sido una estrella de los estudios de la UFA. Algunos eran actores, como Emil Jannings, el hombre corpulento de frente amplia que se reía a carcajadas. También reconoció a algunos directores, así como a productores, guionistas y compositores. Desgraciadamente, muchos habían emigrado hacía mucho tiempo. La mayoría a Hollywood y algunos a otras naciones europeas, donde era menos probable que la política o la religión les supusieran problemas con las autoridades.

Además de la gente de la industria del cine, reconoció a artistas y escritores, a figuras destacadas del mundo del deporte y a los ricos alemanes que les hacían de mecenas, como el conde Harstein, en tiempos patrocinador del equipo de coches de carreras de los Silver Arrows. También había muchos invitados vestidos con el uniforme del ejército, la marina y las fuerzas aéreas, así como representantes del partido del Gobierno. Uno de estos últimos, un oficial de las SS, le devolvió la mirada con expresión fría.

–Dios mío, ese baboso de Fegelein está aquí... –murmuró Gerda, volviéndose hacia su compañero–. Por favor, procura que no se acerque a mí.

–¿Por qué?

–Porque, mi querido Oberst Karl Dorner, es un hipócrita odioso que me llamará la atención por engañar a mi marido; eso primero, y luego intentará seducirme. Preferiría no tener que aguantarlo esta noche.

–¿Y qué quieres que haga yo?

–Pu