: Vic Echegoyen
: Resurrecta
: Edhasa
: 9788435048170
: 1
: CHF 9.80
:
: Erzählende Literatur
: Spanish
: 528
: DRM
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
VIC ECHEGOYEN GANA EL PREMIO ODILO A LA MEJOR AUTORA DE NOVELA HISTÓRICA DEL 2021, CON LA NOVELA RESURRECTA EN EL CERTAMEN DE NOVELA HISTÓRICA DE CARTAGENA 2022 Una novela sobre el terremoto de Lisboa de la autora de 'La voz y la espada' Lisboa, 1755. El día de Todos los Santos amanece soleado y promete una agradable jornada de fiesta. Nada hace presagiar que una serie de terremotos de una intensidad nunca vista hará caer, en apenas instantes, casas, catedrales, iglesias y palacios sobre las cabezas de sus moradores. El tsunami que los sigue, unido a un incendio apocalíptico, convierte la fiesta en tragedia para el rey y su corte, pero también para presidiarios y busconas, damas, monjes, prelados, cirujanos, soldados, marineros e incluso para un pequeño mono tití. Relato coral, vibrante y terrorífico a la par que sensorial y humano, Resurrecta nos narra, minuto a minuto, las seis horas que transformaron la historia no sólo de Lisboa, sino de Europa. Vic Echegoyen, con una maestría narrativa difícilmente igualable, nos regala una historia que llega al corazón bajo la apariencia del desorden y el horror: teje un mosaico complejo y sencillo a la vez, en el que se condensan las emociones y reacciones humanas ante la adversidad, pues sus personajes -tantos de ellos inolvidables- mantienen el pulso narrativo a un ritmo endemoniado: desde la responsabilidad del ministro del rey hasta la sed de venganza del galeote; desde la joven que sale desesperada en busca de su amado hasta el oportunista político; el médico desbordado; el arquitecto que no quiere sobrevivir a su obra; la monja que necesita salir a socorrer; el cortesano calculador o el castrato que canta para las víctimas. Uno a uno, todos ellos serán los puntales de la nueva Lisboa resucitada de sus escombros. De esta novela nos dicen: Una nueva novela impactante desde el minuto 1 de la autora de La voz y la espada. Una autora prometedora en el género de la novela histórica. Una historia que llega al corazón. Pero también una historia llena de adrenalina. La obra se ha vendido para traducirla en Portugal y en Italia (y hay otros proyectos....)

Vic Echegoyen nació en Madrid en 1969, aunque proviene de una familia hispano-húngara de escritores (entre ellos Sándor Márai e Imre Madách), cineastas, músicos y pintores. Estudió Periodismo y comenzó su vida laboral en la agencia EFE, pero luego decidió ser lingüista de profesión (es traductora e intérprete en organizaciones internacionales, y domina el alemán, húngaro, francés, inglés, ruso e italiano) y escritora y pintora por vocación. Vive a caballo entre Hungría, Viena y Bruselas y entre sus escritores preferidos están Pío Baroja, László Passuth o Patrick O'Brian. Es coautora del Diccionario de regionalismos de la lengua española y le apasiona escribir relatos ambientados en la Edad Media, el Barroco y la Ilustración. El lirio de fuego (Ediciones B, 2016), su primera novela, resultó finalista del IV Premio de Novela Fernando Lara. Su novela La voz y la espada (Edhasa,2020) obtuvo una más que buena acogida por la crítica y ha sido seleccionada para varios premios entre los que destaca el Premio Espartaco de Novela Histórica. En 2020 publica Resurrecta (Edhasa, 2021) de la que ha vendido los derechos a Portugal e Italia, de momento. En 2022 es galardonada con el premio a la mejor autora de novela histórica del 2021 por su novela Resurrecta en el Certamen del Festival de Novela Histórica de Cartagena.

I. RÉQUIEM

«Señor, concédeles el descanso eterno,

y que la luz perpetua los ilumine.

Te alaban solemnemente en Sión y te ofrecen

sacrificios en Jerusalén...».

9:15 horas

En la cubierta de un navío que está descargando tinajas de aceite y carcasas de ganado en un almacén del muelle sobre el Tajo, un marinero lanza un vistazo a las siete colinas de la capital del reino de Portugal, y otro a los retazos de la niebla color zanahoria que se dispersa en la brisa del nordeste. Hoy es el día de Todos los Santos y la aduana no ha abierto, pero la tripulación está en pie desde antes del amanecer, hace tres horas y media, cuando al fin se pudo echar el ancla: esa mañana, la marea se ha retrasado dos horas.

Es día de fiesta y de feria; amén de las banderolas de colores tendidas sobre las calles, se oye el bullicio de barateros, vendedores de escapularios y sardineras. El marinero alza la cara –que exhibe una estrella tatuada con pólvora– hacia el sol que inunda la Explanada o «Terreiro do Paço» ante el palacio del rey, y aspira el tufillo a brea y asado: no ve el momento de saltar a tierra y aprovechar su día de permiso.

Lleva una cajita de madera en el bolsillo: siente que hormiguea y le quema las calzas. Su instinto le dice que quizá valga un tesoro... Conoce a un noble que aprecia rarezas como aquella, pues ya le ha vendido otras que le ha traído de sus viajes.

Si acierta, a cambio recibirá bastante dinero para pagarse un caldero de guisote y una juerga en la calle del Capellán, conocida por los marinos comola calle puerca por los puteríos que alberga.

Allí delante, la campana de Santa Justa da los cuartos: si se apresura, podrá atravesar el barrio del centro que llaman Baixa, cruzar el Rossio, llegar a la plaza al norte de la ciudad donde habita el coleccionista y disfrutar de su recompensa antes de que cambie la marea.

9:16 horas

A un minuto a pie del muelle, cruzando la Explanada hacia el oeste, un martilleo que no ha cesado en toda la noche y continúa pese a ser sábado de fiesta resuena dentro de un coloso de siete pisos hecho de mármol, con bóvedas pintadas con frescos y columnas recubiertas de oro.

Es la Ópera del Tajo, inaugurada hace exactamente siete meses: es el corazón del reino, como la Patriarcal es su alma y el palacio es su cabeza. El rey, melómano y mecenas gracias al maná de oro que fluye de las colonias, no ha escatimado medios para edificar ese templo a las musas y desde entonces, virtuosos y divos orbitan en torno a Lisboa como antes lo han hecho en Madrid, Nápoles o París.

Dentro de tres días se estrenaráAntígono, una fantasía de venganza y pasión en la Antigüedad escrita por Metastasio a la que asistirá toda la corte. Como un niño que quiere saber qué regalos recibirá en Navidad, el rey ha espiado un ensayo días antes, oculto tras la cortina de un palco, mientras los músicos fingían ignorar su presencia.

Los nervios afloran y las disputas retumban en el foso de la orquesta, donde el compositor, Antonio Mazzoni, se pelea con el director, David Perez, por el ritmo de una fuga. Entretanto, el arquitecto del teatro y diseñador del decorado, Giovanni da Bibiena, dirige a los tramoyistas que ensamblan la acrópolis del rey de Macedonia; en el escenario, el tenor Gregorio Babbi se enfunda su silueta de bailarín en una coraza de hojalata.

–¿Qué hacéis aquí, señor? Os creía cantando en Santarém –se sorprende Perez al ver entrar alcastrato Caffarelli, la voz de Dios para sus adoradores yEl Caprichoso para los músicos que sufren sus rabietas. Esta vez, el divo canta el papel de un protagonista, Demetrio.

–Yo también, pero me desperté con pereza –responde éste, alzando sus hombros de atleta y echando atrás su melena de león: sin más, empieza a calentar la voz improvisando variaciones sobre un aria que hace brotar lágrimas de arrobo en los presentes. Pronto se le unen los gorgoritos de otrocastrato–. ¡Ah, no, Luciani! Otra nota en falso y, aunque seáis la estrella, juro que os daré tal tunda que ya solo podréis cantar con las sardineras del mercado.

Domenico Luciani, que interpreta a la princesa Berenice, le tira la partitura a la cabeza. Y así, entre pullas y blasfemias, se ponen a afinar todas las tesituras de voz de varón, desde el bajo hasta loscastrati de coloratura, pues ninguna hembra puede poner un pie en escena como cantante, bailarina o música; solo niños o actores pueden interpretar a ninfas y pastoras. Así ha sido siempre, y así será mientras la Ópera del Tajo exista.

9:17 horas

A diez minutos de la Ópera, subiendo por la calle de San Pablo al noroeste detrás del río, el teniente Bartolomeu de Sousa, de diecisiete años, suspira en su puesto de vigilancia en la Casa de la Moneda y se pasa la mano por la cara ansiando que le brote al fin la barba. Por un momento, desea convertirse en uno de los zagales que pasan a la carrera ante su garita de oficial, brincando y chillando entre risas.

El muchacho rumia una brizna de heno: faltan horas hasta que finalice su guardia y la de los reclutas a su cargo. No le importa perderse el mi