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¿Cómo podemos ser
buenos antepasados?
Somos los herederos de los regalos del pasado. Pensemos en el inmenso legado de nuestros ancestros: los que sembraron las primeras semillas en Mesopotamia hacediez milaños, los que despejaron el terreno, los que construyeron los canales y fundaron las ciudades en las que vivimos ahora, los que hicieron los descubrimientos científicos, ganaron las batallas políticas y crearon las grandes obras de arte que nos han dejado en herencia. Raras veces nos paramos a pensar en cómo nos han cambiado la vida. La mayoría de sus nombres han sido olvidados por la historia, pero entre aquellos cuyo recuerdo pervive está el del investigador médico Jonas Salk.
En 1955, tras casi una década de concienzudos experimentos, Salk y su equipo desarrollaron la primera vacuna funcional y segura. Fue un descubrimiento extraordinario. En aquel momento, la polio paralizaba o mataba a más de medio millón de personas cada año en todo el mundo. Salk fue calificado inmediatamente de obrador de milagros. Pero a él no le interesaban la fama y la fortuna, y no intentó patentar la vacuna. Su ambición era «ayudar de alguna manera a la humanidad» y dejar un legado positivo a las generaciones futuras. No cabe duda de que lo consiguió.
En años posteriores, Salk expresaba su filosofía de vida con una sola pregunta: «¿Estamos siendo buenos antepasados?».[1]Élcreíaque, igual que hemos heredado tantas riquezas del pasado, debemos legárselas a nuestros descendientes. Estaba convencido de que, para hacerlo —y para enfrentarse a crisis globales como la destrucción del mundo natural a manos de la humanidad y la amenaza de la guerra nuclear—, necesitábamos cambiar radicalmente nuestra perspectiva temporal por una mucho más centrada en un pensamiento a largo plazo y en las consecuencias de nuestras acciones cuando ya no estemos vivos. En lugar de pensar en una escala de segundos, días y meses, debíamos ampliar nuestros horizontes temporales de modo que abarcaran décadas, siglos y milenios. Solo entonces podríamos respetar y honrar realmente a las generaciones venideras.
La pregunta de Salk podría ser su mayor aportación a la historia. Formulada de una manera más activa —¿cómo podemos ser buenos antepasados?—, la considero la pregunta más importante de nuestro tiempo, una pregunta que ofrece esperanza para la evolución de la civilización humana. El desafío de responderla ha inspirado este libro, pero también planea sobre sus páginas. Nos llama a reflexionar sobre cómo seremos juzgados por las generaciones futuras y sobre si dejaremos un legado que las beneficiará o las perjudicará. La vieja aspiración bíblica de ser un buen samaritano ya no basta. Es hora de una actualización para el sigloXXI: hay que ser un buen antepasado.
El futuro ha sido colonizado
Convertirse en un buen antepasado es una tarea formidable. Las posibilidades de hacerlo vendrán determinadas por el resultado de una lucha para la mente humana que actualmente está librándose a escala global entre las fuerzas opuestas del pensamiento a corto y largo plazo.
En este momento de la historia, la fuerza dominante está clara: vivimos en una era de cortoplacismo patológico. Los políticos apenas ven más allá de las próximas elecciones o la última encuesta deopinión o tuit. Las empresas son esclavas del siguiente informetrimestral y de la constante exigencia de aumentar el valor de las acciones. Los mercados suben y caen en burbujas especulativas impulsadaspor algoritmos que actúan en cuestión de milisegundos. Lasnaciones discuten en mesas internacionales, pensando en sus intereses a corto plazo mientras el planeta arde y desaparecen especies. Nuestra cultura de la satisfacción inmed