: James Davies
: Sedados
: CAPITÁN SWING LIBROS
: 9788412497724
: Ensayo
: 1
: CHF 9.80
:
: Recht
: Spanish
: 320
: Wasserzeichen
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
En Gran Bretaña, casi una cuarta parte de la población adulta toma un medicamento psiquiátrico al año, lo que supone un aumento de más del 500% desde 1980 y las cifras siguen creciendo. Sin embargo, a pesar de esta epidemia de prescripción, los niveles de enfermedades mentales de todo tipo han aumentado en número y gravedad. El Dr. James Davies sostiene, a partir de una gran cantidad de estudios, entrevistas con expertos y análisis detallados, que esto se debe a que hemos caracterizado el problema de forma fundamentalmente errónea. Muchas de las personas a las que se les diagnostica y prescribe medicación psiquiátrica no padecen problemas biológicamente identificables. En cambio, experimentan las comprensibles y, por supuesto, dolorosas consecuencias humanas de las dificultades vitales: rupturas familiares, problemas en el trabajo, infelicidad en las relaciones, baja autoestima. Hemos adoptado un modelo médico que sitúa el problema únicamente en la persona que lo sufre y en su cerebro. Para estas personas se ha producido un desequilibrio en la disposición de ayuda en el que te ofrecen una infinidad de intervenciones farmacéuticas y médicas frente a las terapias basadas en la conversación y la prestación psicológica social, que pueden facilitar mejor el cambio significativo y la recuperación. & 13; Según el Dr. Davies, 'al sedar a las personas sobre las causas y soluciones de su angustia socialmente arraigada -tanto literal como ideológicamente-, nuestro sector de la salud mental ha acallado el impulso de la reforma social, lo que ha distraído a las personas de los verdaderos orígenes de su desesperación, y ha favorecido resultados principalmente económicos, al tiempo que ha presidido los peores resultados de nuestro sistema sanitario'.

Profesor titular de antropología social y psicoterapia en la Universidad de Roehampton y ha ejercido como psicoterapeuta en organizaciones como MIND y el NHS. Se graduó en Oxford en 2006 con un doctorado en antropología social y médica. Es cofundador del Consejo de Psiquiatría Basada en la Evidencia. Ha publicado cuatro libros, ha dado conferencias sobre su investigación a nivel internacional y ha escrito para diversos medios de comunicación. Ha sido consultor de la BBC, ITV y otros medios de comunicación sobre asuntos relacionados con la salud mental. Ha publicado 4 libros.

01

Preludio económico

En octubre de 2017, una asistente me condujo a lo largo del vestíbulo central del edificio del Parlamento. Doblamos una esquina para adentrarnos por un estrecho pasillo, luego se detuvo en seco y me hizo pasar a una pequeña salita.

—Espere aquí —me dijo en tono imperativo mientras me indicaba unas banquetas tapizadas de cuero verde, adosadas a la pared. Después desapareció tras una gran puerta de madera con paneles, para regresar al poco rato.

—Sígame, por aquí —me indicó con una sonrisa—. Puede recibirle ahora. Solo dispondrá de treinta minutos; le gustaría poder dedicarle más tiempo, pero ha tenido una jornada muy larga.

Nada más entrar en el animado salón común reservado a los pares de la Cámara de los Lores, escudriñé rápidamente el lugar buscando a la persona a quien me disponía a entrevistar. No tardé en localizarle, refugiado en un rincón tranquilo, frente al marco de una señorial ventana gótica que se abría sobre el Támesis. Al ver que me acercaba, se incorporó lentamente con una mano extendida, mientras con la otra se apoyaba en el brazo del sillón.

—Bienvenido, James —me saludó amablemente—. Siéntese, por favor, y sírvase un café.

Cuando me instalé en el sillón afelpado frente a él, de pronto me pareció un sueño encontrarme reunido con uno de los políticos más influyentes de la era moderna, el hombre que proyectó las históricas reformas económicas thatcherianas y el capitalismo de nuevo estilo bajo el cual vivimos ahora.

Me disponía a entrevistar a lord Nigel Lawson, exministro de Economía y Hacienda, para indagar sobre un suceso que me tenía intrigado desde hacía muchos años. Concretamente, una reunión celebrada más de treinta años antes en un salón del número diez de Downing Street entre la primera ministra Margaret Thatcher y el eminente periodista Ronald Butt, en el curso de la cual Butt manifestó interés por saber si Thatcher estaba satisfecha con la actuación de su gobierno desde su elección, dos años antes. Transcurrió una hora sin que se dijera gran cosa capaz de sorprender a un interlocutor informado, hasta que ocurrió algo inesperado y que tal vez jamás hubiese debido ocurrir.

Butt le preguntó a Thatcher cuáles eran sus prioridades para el resto de su mandato como primera ministra. Como respuesta, ella manifestó que las políticas de los últimos años habían virado en exceso hacia el socialismo y la gente había acabado confiando demasiado en el Estado en vez de contar con sus propias fuerzas y el apoyo mutuo. «Es un enfoque equivocado —declaró rotundamente— . Tenemos que cambiarlo».

Luego procedió a explicar cómo se proponía lograrlo.

«Mi objetivo no es la política económica —manifestó sinceramente —, lo que quiero cambiar es la manera de actuar y los cambios en la economía son el medio para cambiar esta forma de actuar. Cambiarla significa intervenir directamente sobre el corazón y el espíritu de la nación.La economía es el método, el objetivo es transformar el corazón y el espíritu».[49]

Esta confesión me tenía fascinado desde hacía tiempo porque revelaba inequívocamente el principio central de la filosofía política de Thatcher, a saber: que la reforma económica no era un fin en sí misma, sino un medio para lo que ella consideraba un bien social de mucho mayor enjundia: transformar el corazón y el modo de pensar de toda una población, modelar a las personas para convertirlas en una versión mejorada de sí mismas.

—El propósito de Thatcher de impulsar una transformación humana por intermedio de la reforma económica plantea un interrogante fundamental —le dije a lord Lawson—. ¿Qué cambios en la psique nacional aspiraba a conseguir con su nueva economía? ¿En qué dirección cree usted que quería orientar ella nuestro corazón y nuestro espíritu colectivos?

—Pues bien, James —respondió Lawson con voz pausada—, yo creo que, con su referencia al corazón y el espíritu, Margaret Thatcher estaba expresando una fuerte convicción de que la reforma económica podía alimentar y desarrollar algunas virtudes importantes: autosuficiencia, autonomía y responsabilidad personal.

A continuación procedió a explicarse remitiéndose al texto fundacional