Prefacio
Elbullshitestá inundando el mundo, y todos estamos ahogándonos en él.
En la actualidad, los políticos no están limitados los hechos. La ciencia se lleva a cabo a través de comunicados de prensa. Las empresas emergentes de Silicon Valley elevan elbullshita la categoría de arte. Las universidades premian más elbullshitque el pensamiento analítico. La mayor parte de la actividad administrativa parece ser poco más que un sofisticado ejercicio de reensamblaje combinatorio debullshit. Los publicistas nos guiñan el ojo conspirativamente y nos invitan a unirnos a ellos para ver a través de todoelbullshitque nos rodea. Nosotros les devolvemos el guiño, pero al hacerlo bajamos la guardia y caemos en elbullshitde segundo orden que están echándonos encima. Elbullshitcontamina nuestro mundo, confunde a la gente sobre cuestiones específicas y socava nuestra capacidad para confiar en la información que nos llega. Por modesto que sea este libro, es nuestro intento de detectar y combatir elbullshitque nos asedia.
El filósofo Harry Frankfurt se dio cuenta hace años de que la ubiquidad delbullshitera una característica definitoria de nuestro tiempo. Su tratado clásicoOnBullshit(1986)[1]empieza así:
Una de las características más destacadas de nuestra cultura es que en ella hay muchobullshit. Todos lo sabemos. Cada uno de nosotros contribuye a su manera a crearlo. Pero tendemos a darpor sentado este hecho, aunque no poseamos una idea clara delo que esbullshit, por qué hay tanto o a qué fines sirve. Y tampoco tenemos una comprensión conscientemente desarrollada de lo que elbullshitsignifica para nosotros. En otras palabras, no tenemos ninguna teoría sobre lo que es elbullshit.
Para erradicarlo es necesario saber qué es exactamente. Y aquí es donde la cosa se pone difícil.
En inglés, la palabrabullshites tanto un sustantivo como un verbo. No solo puedo cansarme de tu «bullshit» (sustantivo), también puedo rebotarme ybullshitearte(acción verbal). Hasta aquí está bastante claro.Bullshiteares, a grandes rasgos, el acto de generarbullshit.
Pero veamos qué referentes tiene la palabrabullshit. Como ocurre con muchos intentos de equiparar conceptos filosóficos con palabras propias del lenguaje cotidiano, sería una tontería tratar de buscar una definición que incorporase y excluyese todo lo que la palabrabullshitdebería incorporar y excluir. En lugar de ello, empezaremos por poner algunos ejemplos, y luego trataremos de describir algunas de las cosas que podríamos calificar comobullshit.
Mucha gente cree que se le da muy bien detectar elbullshit. Esto puede ser cierto cuando este se presenta envuelto en un estilo retórico o elegantemente elaborado, lo que llamamos elbullshitde la vieja escuela. Si decimos, por ejemplo:
Nuestra misión colectiva es poner en funcionamiento soluciones bilaterales para aprovechar oportunidades infrautilizadas de la cartera de recursos humanos. (Estamos diciendo simplemente que somos una agencia de trabajo temporal).
Nuestra razón de existir es ser transmisores. Embarcarse en el mito es unirse a él. (A esto podríamos llamarlo actualización de la vieja escuela).
Al igual que hicieron nuestros antepasados, miramos hacia los inter