: Richard Louv
: Los últimos niños del bosque
: CAPITÁN SWING LIBROS
: 9788412182644
: Ensayo
: 1
: CHF 8.90
:
: Sozialwissenschaften allgemein
: Spanish
: 440
: Wasserzeichen
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Acampar en el jardín, ir en bicicleta por el bosque, trepar a los árboles, atrapar insectos, recoger flores silvestres, correr entre pilas de hojas de otoño... Estas son las cosas de las que están hechos los recuerdos de infancia. Pero para la generación de hoy en día, faltan los placeres de una infancia libre y sus hábitos conducen a la obesidad epidémica, el trastorno por déficit de atención, el aislamiento y la depresión infantil. Este oportuno libro muestra cómo nuestros hijos se han vuelto cada vez más alienados y distanciados de la naturaleza, por qué esto importa y cómo podemos cambiar la tendencia. Los últimos niños en el bosque es el primer documento que reúne investigaciones de vanguardia que demuestran cómo la exposición directa a la naturaleza es esencial para un desarrollo infantil sano: física, emocional y espiritualmente. Es un toque de atención, convincente e irresistiblemente persuasivo, para recuperar la conexión entre los niños y la naturaleza. Un libro imprescindible para los padres de hoy en día, que puede ayudarles a reconstruir esa tradicional y sana interacción entre la infancia, el aire libre y los espacios naturales abiertos.

Richard Louv. Periodista y autor de nueve libros, muchos de ellos traducidos a 13 idiomas y publicados en 17 países. Es cofundador y presidente emérito de Children& Nature Network, organización que ayuda a construir un movimiento internacional para conectar a las personas y las comunidades con el mundo natural. Con el artista Robert Bateman, es copresidente de la Alianza Child in Nature de Canadá. En 2010, pronunció el discurso plenario en la conferencia nacional de la Academia Americana de Pediatría, y en 2012 fue el orador principal en la primera Cumbre de la Casa Blanca sobre Educación Ambiental. Ha sido profesor visitante de la Universidad de Clemson y la Escuela Heller de Política y Gestión Social de la Universidad de Brandeis. Es miembro del consejo editorial de la revista Ecopsychology, del consejo de administración de ecoAmerica, del Grupo Citistates, y es socio fundador junto a C&NN, ecoAmerica y Nature Conservancy de Nature Rocks. Entre otros galardones, Louv ha recibido la Medalla Audubon en 2008, la Medalla de Conservación de la Sociedad Zoológica de San Diego 2008, la Medalla de Conservación George B. Rabb 2008 de la Chicago Zoological Society, el Premio Internacional Jane Jacobs para hacer Ciudades Más Habitables 2009 y el Premio Cox 2007, el más alto honor que otorga la Universidad de Clemson, que le fue concedido por un 'logro sostenido en el servicio público'.

02

La tercera frontera

«La frontera se ha ido. Murió con las botas puestas».

M. R. MONTGOMERY

En mi estantería hay un ejemplar del libroShelters, Shacks and Shanties, escrito en 1915 por Daniel C. Beard, un ingeniero civil que sehizoartista, y que es más conocido por ser uno de los fundadores de los Boy Scouts en los Estados Unidos. Durante medio siglo, escribió e ilustró una serie de libros sobre actividades al aire libre.Shelters, Shacks and Shanties[Refugios, cabañas y chozas] es uno de mis libros favoritos porque, en especial con sus dibujos a plumilla, Beard representa una época en que la experiencia dela naturaleza que tenía una persona joven no se podía separar dela visión romántica de la fronteraestadounidense.

Si tales libros se publicaran ahora por primera vez, se considerarían pintorescos y políticamente incorrectos, como mínimo. Iban dirigidos a muchachos adolescentes. El género parecía implicar que ningún chico que se respetara a sí mismo podía disfrutar de la naturaleza sin cortar todos los árboles que pudiera. Pero lo que mejor define a estos libros, y la época que representan, es la creencia no cuestionada de que estar en la naturaleza tenía que ver conhacer algo, con una experiencia directa… y no con ser un espectador.

«Los niños más pequeños pueden construir algunos de los refugios más sencillos y los mayores pueden centrarse en los más complicados —escribió Beard en el prólogo deShelters, Shacks and Shanties—.[3] El lector puede, si quiere, comenzar con la primera (cabaña) e ir subiendo en dificultad con las casas de troncos; al hacerlo estará siguiendo de cerca la historia de la humanidad, porque, desde que nuestros ancestros arbóreos con dedos prensiles en los pies corrían deprisa entre las ramas de los bosques preglaciares y construían en los árboles refugios similares a nidos, los hombres se han construido cabañas como refugios temporales». Pasa entonces a describir, por medio de palabras e ilustraciones, cómo un muchacho podría construir unos cuarenta tipos de refugios, incluyendo la casa en el árbol, el refugio Adirondack, el Wick-Up, el tipi de corteza de árbol, el Pionero y el Scout. Cuenta «cómo construir una cabaña Beaver-mat» y «una casa de hierba». Enseña «cómo partir troncos a lo largo, hacer tejas de madera, estacas o listones» y cómo hacer una cabaña en torno a un poste central, cerrojos secretos, un fuerte subterráneo y, curiosamente, «cómo construir una cabaña de troncos oculta dentro de una casa moderna».

Probablemente el lector actual se sentiría impresionado por el nivel de ingenio y habilidad requerido, así como por lo arriesgado de algunos de los diseños. En el caso de la «casa subterránea ohogan original del niño estadounidense», Beard insta a la cautela. Durante la construcción de tales cuevas, admite, «existe siempre el peligro serio de que se derrumbe y asfixie a los pequeños trogloditas, pero unhogan subterráneo bien construido evita toda probabilidad de tales accidentes».

Adoro los libros de Beard por su encanto, la época que evocan y el arte perdido que describen. De pequeño, construí versiones rudimentarias de estos refugios, cabañas y chozas —incluyendo fuertes subterráneos en los campos de maíz y sofisticadas casas de árbol con entradas secretas y una vista de lo que yo me imaginaba que era la frontera, que se extendía desde la calle Ralston hasta más allá del confín del mundo edificado conocido—.

Cerrar una frontera, abrir otra

En el transcurso de un siglo, la experiencia estadounidense de la naturaleza —que ha ejercido su influencia cultural en el mundo— ha evolucionado del utilitarismo directo al desapego electrónico, pasando por el apego romántico. Los estadounidenses no han cruzado solo una frontera, sino tres. La tercera frontera —en la que están creciendo los jóvenes de hoy en día— representa adentrarse en lo desconocido tanto como lo que Daniel Beard experimentó en su momento.

El cruce y la transcendencia de la primera frontera se pusieron de manifiesto en 1893, durante la Exposición Colombina Mundial de Chicago —una celebración del cuarto centenario de la llegada de Cristóbal Colón a las Américas—.[4] Allí, en una reunión de la Asociación Americana de Historia en esa ciudad, el historiador de la Universidad de Wisconsin Frederick Jackson Turner presentó su «tesis de la frontera»,