: Tomás Moro, Thomas More
: Utopía
: Books on Demand
: 9783741208423
: 1
: CHF 0,90
:
: Politikwissenschaft
: Spanish
: 123
: kein Kopierschutz
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: ePUB
"Utopía", cuyo nombre original en latín es"Libellus . . . De optimo reipublicae statu, deque nova insula Vtopiae" (en español,"Libro Del estado ideal de una república en la nueva isla de Utopía") es un libro escrito por Tomás Moro y publicado en 1516. El libro consta de dos partes. La primera es un diálogo que gira principalmente en torno a cuestiones filosóficas, políticas y económicas en la Inglaterra contemporánea al autor y la segunda parte es la narración que uno de los personajes del diálogo realiza de la isla de Utopía. El nombre de la isla fue inventado por Moro y los estudiosos de su obra le atribuyen dos orígenes, ambos del griego. Uno es"ou", que significa"no" y el otro"eu", que significa"bueno". En ambos casos, el prefijo se complementa con la palabra"topos", que se traduce como"lugar". Aunque con el paso del tiempo el término utopía se haya popularizado como sinónimo de perfección, u objetivo inalcanzable, Tomás Moro no le atribuye explícitamente ese significado en su obra.

Libro Segundo


Introducción


La isla de Utopía tiene en su parte media —La más ancha —una anchura de doscientas millas. Esta anchura sigue siendo la misma en la mayor parte de la isla, hasta que, poco a poco, se va estrechando hacia ambos extremos. Toda la isla semeja una figura de luna nueva, y esta figura tiene quinientas millas de extensión superficial. Separa ambos extremos una distancia de once millas; entre ellos pasa un vasto y ancho mar, que por razón de estar circundado de tierra por todos lados se halla resguardado de los vientos, cuyas aguas, quietas como las de un lago, no levantan grandes olas; adentro es como una suerte de obra, y los habitantes de la isla sacan gran provecho de las naves que arriban a todas partes de ella. La parte más adelantada de ambos extremos, cual con esco1los y bajíos, cual con rocas, es muy peligrosa; a media distancia de ellos se alza una gran roca que no es nada peligrosa por ser visible. En lo alto de esta roca hay una recia torre en la que tienen una guarnición de hombres. Las demás rocas, ocultas bajo el agua, son verdaderamente peligrosas. Solamente los naturales de la isla conocen los pasos, y, por consiguiente, muy pocas veces entran extranjeros en esta abra si no van acompañados de un guía utópico, pues los mismos regnícolas no podían hacerlo sin riesgo si no fuera por ciertas señales que ponen en las orillas del mar para señalar el buen camino. Bastaría con que cambiaran de sitio esas señales para que pudiesen destruir las naves de sus enemigos por muchas que fuesen. La parte exterior de la isla está llena de puertos; pero los sitios donde se podría desembarcar están tan bien fortificados por obra de la Naturaleza o del hombre, que unos pocos defensores rechazarían sin grandes esfuerzos a un poderoso ejército.

Sea como sea, según se dice y muestra también en parte la hechura de la isla, aquella tierra no estuvo siempre rodeada de agua por todas partes. El Rey Utopo, que la conquistó, le dió su nombre —pues antes era llamada Abraxa— Fue este Rey el que hizo de este pueblo rudo e ignorante un pueblo de buenas costumbres, humanitario y noble, que hoy aventaja en esas virtudes a todas las naciones del mundo. Luego de haber alcanzado la victoria y entrado allí, mandó cortar el espacio de quince millas de tierra montuosa que no dejaba pasar el mar, y así el agua circundóla por todas partes. Para hacer esto hizo trabajar, no solamente a los moradores de la isla, sino también a sus soldados, para que los primeros no se creyesen menospreciados ni humillados. Repartido el trabajo entre tantos trabajadores, y este feliz término que tuvo tamaña empresa admiró y aterró a los pueblos vecinos que burlábanse de ella al principio por considerarla vana. Cincuenta y cuatro grandes y hermosas ciudades tiene la isla, y en todas se habla una sola lengua y hay iguales costumbres, instituciones y leyes. Todas, en lo que consiente el terreno, se parecen.

La distancia más corta entre dos de esas ciudades es de veinticuatro millas, pero ninguna está tan lejos de otra que no pueda llegarse a ella en un día, andando a pie. Todos los años van a Amaurota cuatro ancianos sabios y de mucha experiencia de cada ciudad, para tratar allí de los negocios comunes a todo el país. Esta ciudad es considerada como la capital por hallarse situada en el medio de la isla y ser la más cómoda para