: Richard David Precht
: ¿Por qué hay todo y no nada? Un paseo por la filosofía
: Ediciones Siruela
: 9788415937333
: Las Tres Edades / Nos Gusta Saber
: 1
: CHF 7.10
:
: Sachbücher / Sachbilderbücher
: Spanish
: 136
: Wasserzeichen
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Se dice que los niños son los verdaderos filósofos. Tienen una curiosidad inconte­nible y sus preguntas hacen titubear muchas veces a los adultos. ¿Cómo explicar el mundo a los niños? El reconocido filósofo Richard David Precht paseó por Berlín durante un verano con su hijo Oskar. Fueron, entre otros sitios, al zoo, al Museo de Ciencias Naturales o a los restos del famoso muro. Durante esas visitas, ­Precht respondió a numerosas preguntas como «¿Soy yo realmente yo?», «¿Por qué los ­seres humanos tienen preocupaciones?» o «¿Qué es belleza?».Este es un libro de filosofía para niños y jóvenes que quieren saber más sobre los grandes temas que nos mueven a todos en la vida, sin importar la edad que tengamos.

Richard D. Precht (Solingen, Alemania, 1964). Filósofo, periodista y escritor, estudió filosofía, filología alemana e historia del arte en la Universidad de Colonia, donde se doctoró en filosofía en 1994. Ha trabajado para diferentes periódicos (Die Zeit, Chicago Tribune) y emisoras de radio. Entre sus libros de divulgación puede destacarse ¿Quién soy y... cuántos? Un viaje filosófico, un best seller en Alemania que ha sido traducido a numerosos idiomas.

En el Aquarium


¿De dónde les vienen sus nombres a los animales?

Nuestra segunda estación en Berlín es siempre el antiguo gran acuario del zoo. Fue fundado por Alfred Brehm, al que llamaban «padre de los animales», y su aspecto es bastante antiguo e imponente. En las paredes de la fachada hay unos relieves con figuras de dinosaurios. Y dentro también hay algunas criaturas espantosas. El tiburón alfombra, por ejemplo, tiburones martillo cabeza de pala, un tiburón guitarra y nuestra vieja amiga peligrosa, la dama tiburón tigre de arena, «Nicki».

También esta vez visitaremos primero el Aquarium. Comprobamos si nuestros escamosos amigos siguen en las grandes piscinas de agua marina. Luego vamos a los acuarios de agua dulce. En estos nos interesan especialmente las numerosas especies de peces con trompa eléctricos, de los que tenemos toda una colección en nuestra casa de Colonia. De todos los animales del mundo estos son los que tienen el cerebro más grande en relación con su masa corporal y, sin duda, son realmente muy inteligentes.

Hoy había peces con trompa nuevos, los peces trompa tamanduá de África oriental. En la naturaleza esos peces nadan en el río Congo y alcanzan su presa con un apéndice táctil eléctrico que parece una trompa. Pero los peces tamanduá, además del apéndice táctil, tienen una pequeña trompa. Su apariencia es como la de los delfines, o más bien como la de coatís que nadan o, efectivamente, como la de osos hormigueros. El oso hormiguero al que más se parecen es el tamanduá de la selva tropical suramericana. Los tamanduás no tienen una trompa tan larga como sus parientes más famosos, los grandes osos hormigueros, y no son de color marrón grisáceo, como sus grandes primos, pues en su piel aparecen manchas blancas y negras. Y eso mismo sucede con el pez trompa tamanduá: tiene una nariz de mediana longitud y manchas marrones y blancas en la piel.

Después de explicarle todo esto, Oskar me preguntó de repente:

–Papá, ¿de dónde les vienen sus nombres a los peces?

–Pero, Oskar, te lo acabo de explicar, el pez trompa tamanduá se llama así porque su aspecto es parecido al de un...

–No, papá, no me refiero a eso.

–¿No?

–No,quiero saber por qué cuando se descubre un pez se sabe que se llama así.

–¿Que se llama así? ¿Qué quieres decir?

–Quiero decir que, cuando se descubre un nuevo pez, ¿cómo se averigua cuál es su verdadero nombre? ¿Cómo se sabe que no se llama de otro modo?

–¿De otro modo? ¿Qué quieres decir?

–Sí, que en realidad no se llama de otro modo, por ejemplo, en lugar de pez trompa tamanduá, ¿por qué no quajakougou o algo parecido...?

En ese momento entendí lo que quería decir Oskar. Piensa que todo animal –y quizá también una planta y todo lo demás, una roca, etc.– debería tener un nombrepropio, un nombre que quizá no tenga nada que ver co