: E.B. White
: Ensayos
: CAPITÁN SWING LIBROS
: 9788412191325
: 1
: CHF 8.00
:
: Erzählende Literatur
: Spanish
: 400
: Wasserzeichen
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
E.B. White publicó su primer artículo en la para entonces recién fundada revista The New Yorker cuatro años después de graduarse en Artes por la Universidad de Cornell. En 1927 se unió a la plantilla de redactores. A lo largo de las siguientes seis décadas produjo una larga serie de ensayos y se convirtió en el más importante colaborador de la The New Yorker cuando esta era la más influyente revista literaria estadounidense. Su columna 'Notas y comentarios' fue una de las más leídas en la historia de la publicación. Mientras varias generaciones crecían leyéndola, White la esculpía escrupulosamente. A través de sus publicaciones desarrolló las preocupaciones que acompañarían parte de su obra y su vida: el miedo a la guerra y a los fenómenos irracionales, el internacionalismo y el humor. Así, Ensayos de E. B. White es una lectura obligatoria, una recopilación de la excelencia hecha forma de la mano de uno de sus más grandes maestros y uno de los mejores exponentes de prosa contemporánea estadounidense.

Elwyn Brooks White fue un importante ensayista, humorista, poeta y estilista literario estadounidense, autor de clásicos infantiles tan queridos como La telaraña de Carlota, Stuart Little y La trompeta del cisne. Se graduó en la Universidad de Cornell en 1921 y, cinco años después, se unió al personal de la recién fundada revista The New Yorker. Sus ensayos en esta publicación rápidamente obtuvieron elogios de la crítica. Escritos con un estilo personal y directo, y un afable sentido del humor, sus ingeniosas piezas contenían reflexiones sobre temas diversos: la vida de la ciudad, la política, la literatura... También escribió poemas, leyendas de dibujos animados y breves bocetos para la revista, y sus escritos ayudaron a establecer su tono intelectual y cosmopolita. Autor de más de diecisiete libros de prosa y poesía, White fue elegido para la Academia Americana de Artes y Letras en 1973. Ganó innumerables premios, como la Medalla Nacional de Literatura de 1971, el Premio Laura Ingalls Wilder, por 'una contribución sustancial y duradera a la literatura para niños', y el Premio Pulitzer especial en 1978 por toda su obra. También recibió la Medalla Presidencial de la Libertad en 1963 y la Medalla de Oro a los ensayos y críticas del Instituto Nacional de Artes y Letras. Durante su vida, muchos jóvenes le preguntaron si sus historias eran ciertas. En una carta, respondió: 'Son imaginarias. Pero la vida real es solo un tipo de vida, también está la vida de la imaginación'.

Regreso a casa

Allen Cove, 10 de diciembre de 1955

La víspera del Día de Acción de Gracias, después de conducir todo el día, llegué a casa al atardecer y encendí el hogar del salón. Los leños de abedul ardieron rápidamente. Unos tres minutos después, como para no ser menos, la chimenea se prendió fuego. Tarde un poco en darme cuenta. Mientras me balanceaba con satisfacción en la mecedora, disfrutando de la pesadez que sobreviene al cabo de un día en la carretera, me pareció oír el aleteo sordo de un vencejo de chimenea, un sonido al que quienes vivimos en esta casa estamos muy acostumbrados. A continuación, me di cuenta de que no había ningún ave instalada en la chimenea en aquella época del año y, al echar un vistazo al humero, me quedó muy claro que, después de veintidós años bajo mi responsabilidad, la casa por fin estaba en llamas.

El hecho de que la chimenea se hubiera prendido fuego no me sorprendió ni me deprimió sobremanera, pues en los últimos diez años me han acechado las desgracias grandes y pequeñas, han llovido reveses sobre mi cabeza día y noche, y he aprendido a estar preparado para cualquier eventualidad en cualquier momento. Llamé al Departamento de Bomberos sin inmutarme, marcando el número que había escrito de antemano con grandes letras en el estante del armario del teléfono, con el fin de poder leerlo sin gafas. (En casa guardamos el teléfono en un armario, más o menos como se puede mantener en la cocina un cachorro que aún no ha aprendido a hacer sus cosas fuera. En todo caso, la marcación no es muy popular en esta comunidad rural de Maine, y si por mí fuera se podría encerrar a toda la Compañía de Teléfonos y Telégrafos de Nueva Inglaterra por habernos endosado la marcación, privándonos de nuestras queridas operadoras, que sabían dónde se encontraba todo el mundo y cómo resolver lo que fuera, incluidos los incendios de chimeneas).

Respondieron a mi llamada con prontitud, pero nada más colgar observé que el fuego parecía haberse apagado, como si se hubiera consumido solo, así que volví a llamar para cancelar la incidencia, y me dijeron que los miembros del departamento querían venir a verme de todas maneras. En el campo, cualquier excusa es buena para entretenerse un poco, y el hecho de que un incendio se apague no es motivo suficiente para que decaiga el entusiasmo de un bombero. Al poquísimo tiempo, la autobomba ruidosa y alegre aparcó en la entrada de coches, mientras su distintiva luz roja parpadeaba intensamente, y el salón de casa se llenó con rapidez de mis amigos bomberos. El jefe de bomberos es también mi peluquero, así que como es de esperar, me alegré de verlo. Y lo acompañaba un colaborador fornido, que recientemente había trepado al techo de mi casa para instalar una nueva canaleta de madera, seca y lista para recibir las chispas de un incendio de chimenea, así que me alegré de verloa él. Había aún un tercer apagafuegos, y todos se alegraron de ver a todos los demás, según pude ver, y por un rato todos hurgamos con aire de sabiduría en la chimenea, y luego el departamento se marchó. He vuelto a casa miles y miles de veces después de conducir todo el día por la carretera U.S. 1, pero por extraño que parezca, aquella fue la más agradable.

Poco antes de morir, Bernard DeVoto publicó en su columna deHarper’s un enérgico informe sobre la costa de Maine, empleando ciertas «malas» palabras que enfurecieron a unos cuantos de sus habitantes. DeVoto usó la palabrabarriada y la palabraneón. Dijo que la carretera que llevaba a Maine se encontraba en un estado calamitoso desde Bucksport y que la zona estaba sobrepoblada y llena de autocines, cantinas, puestos desouvenirs, inmundos parques de atracciones y restaurantes de tres al cuarto. El otro día, durante el almuerzo, me quedé pensando en esa acusación mientras procuraba reconstruir mis propias impresiones de tres al cuarto sobre esa ruta conocida, después de mi último paso por ese tramo. Estaba sentado a la mesa, dando cuenta de un trozo de pastel, cuando empezó a nevar. Al comienzo cayó una nevisca imperceptible del cielo gris, pero enseguida se espesó y empezó a caer desde el noreste. Me quedé mirándola acumularse en el borde de la entrada de coches, decorar un muro de piedra, espolvorear las coníferas de los bancales, cubrir la tierra arada y blanquear la superficie de una laguna helada y oscura; y entonces supe que en toda la costa, desde Kittery en adelante, se borraban en silencio las peores faltas de los hombres, se suavizaban las líneas de sus templos indus